sábado, 24 de septiembre de 2016

EN MI CUARTO, GUILLAUME DUSTAN


Hay libros terribles y fascinantes. "En mi cuarto" de Guillaume Dustan, alias de William Baranès [París, 1965, París, 2005],  publicado en 1996 en Francia y en 2005 en España y reeditado ahora  por Penguin Random House, es uno de ellos. Podría jugar a decir que es un libro terriblemente fascinante o fascinantemente terrible. Lo que para algunos lectores resultará fascinante, a otros les horrorizará. Hay lectores para todo. Todavía vivimos en una sociedad que por muy moderna que parezca no lo es y donde el paternalismo, el machismo, la religión, los atavismos de todo tipo, la hipocresía, la censura propia y ajena y otras lacras sociales impiden el desarrollo de la libertad individual cuando la libertad individual se sale de la norma establecida por los que establecen la normas sociales. Todos los perros tienen que ser el mismo perro y todos los esclavos tienen que poseer los mismos derechos. Uno no puede salirse de la manada, sobresalir, moverse en la foto. Dustan, que estudió para incorporarse a la Administración de Justicia descubre en 1990 a los veinticinco años que es seropositivo y seis años después publica "Dans ma chambre" en la que un personaje que se llama como él, en primera persona , nos desgrana como dice la frase hecha " con todo lujo de detalles" su  intensa vida sexual. Añadir adjetivos al tipo de vida sexual que llevaba el protagonista de esta novela de autoficción sería empezar a censurarla. Y uno debe acercarse a "En mi cuarto" con mentalidad abierta. Será autoficción, pero es literatura. Importa el texto, da igual que nos hable de un hombre que se despierta un día convertido en una cucaracha que de un hombre que se droga todas las noches y se deja penetrar por desconocidos en locales de ambiente o dedica dos páginas a explicarnos como ser sodomizado con un consolador. Alguien podría pensar que es un libro para ser leído con  una sola mano, pero nada más lejos de la realidad. En apenas 125 páginas, el autor nos resume su relación son su último amante. Y también con los anteriores y con todos los tipos de una noche que pasan por su cama. Sexo, drogas, alcohol y música. Nada parece importar al personaje fuera de esas cuatro coordenada. Sabemos que está enfermo, pero apenas hay algunos detalles, sabemos que trabaja, pero poco más, sabemos que tiene padres y una abuela, pero no es importante. Lo importante es  con quién folla y lo que compra para comer o para cenar, lo importante es que vive "en  un mundo maravilloso donde todo se han acostado con todos...En este mundo todos han follado por lo menos con quinientos tíos, por lo demás, la mayoría los mismos. Los tíos que figuran. Pero los círculos no se solapan. Hay tíos de bar. De discoteca. De Bares-discoteca. De sauna. De contactos....Rubios, Cachas. De sexo duro. De sexo clásico. Se puede escoger. Múltiples elecciones. Y nadie espera fundar una familia." De ese mundo nos habla Dustan con un estilo seco y conciso. Con capítulos cortos, cincelados con mano firme. Sabe lo que nos que nos quiere contar. Y nos lo cuenta. Y lo hace de la forma más cruda e impactante posible. La mayoría de los capítulos empiezan con una frase o contienen algún párrafo del tipo: "Me hice una paja mirando a Eric Manchester en plena acción..."; "Sábado por la noche. Estamos en  pelotas en la cama..."; "Penetro por delante, no va mal, él está un poco tenso, apenas piensa en trabajarme los pezones...". Pero superado el primer impacto, aceptada la propuesta, página a página Dustan nos cuenta la historia de un ser humano y cada ser humano es en sí mismo la humanidad entera. Todos somos un poco el protagonista de esta novela que afirma que " Todos los maricones con los que me relaciono hacen pesas. Si no natación. Casi todos son seropositivos. Es increíble lo que duran. Siguen saliendo. Siguen follando. Hay muchísimos que contagian cosas, meningitis, diarreas, un zoster, un kaposi, una neumocistosis. Y después van bien. Algunos están solo un poco más flacos..." Un mundo cerrado aunque parezca un mundo infinito. Un microcosmos que en el fondo es una metáfora del mundo en general, de la vida y la muerte. El protagonista de "En mi cuarto", que también se podría haber titulado " En el gueto ", siente el aliento de la muerte, pero sigue intentando vivir como si tal cosa. Como todos nosotros que comenzamos a morir en el mismo instante en el cual comenzamos a vivir. Vida y muerte juntas desde el primer momento. La vida es eso. De eso nos habla Dustan, de la vida, aunque nos hable solo de sexo y también, por qué no, nos habla de la esperanza. "Me pregunto si es siniestro o si está bien. Pienso en lo que Jeanne Moreau le dice a su sobrina en una película americana en la que se la ve vieja y extravagante. Le dice No, no creo que seas estúpida. Creo que has perdido la esperanza. No se debería hacer nada. Absolutamente nada. Esperar a que vuelva la esperanza. Como si se estuviera segura de que eso vuelve siempre".  Una novela que al final deja entre la manos no una mancha húmeda y viscosa sino un rastro de tristeza y desolación envuelto entre el fulgor de la carne y el deseo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario