sábado, 23 de enero de 2016

LA CHICA DANESA, TOM HOOPER


No, no me termina de gustar o de satisfacer "La chica danesa" [2015] dirigida por Tom Hooper. Posiblemente esperaba más. Deduzco que le gustará a muchos espectadores porque es una película superficial y luminosa realizada para gustar. Una película apropiada para la carrera de los Oscar. Los paisajes son bonitos, los interiores fastuosos, el vestuario deslumbrante, las interpretaciones ajustadas y sobre todo la de Eddie Redmayne como  Einar Wegener/Lili Elbe, más que notable. Pero...que le vamos a hacer, a mí la película me deja frío, no me toca en ningún momento la fibra sensible, no me emociona, no me conmueve. Es un film preciosista y decorativo, pura fachada prefabricada. Un film sin alma. Está realizado desde fuera y por eso mismo apenas se detiene en la piel de la trama. Le falta arrojo y turbiedad al asunto que trata, porque en el fondo se nos está contando la historia de una mujer atrapada en un cuerpo de hombre a  principios del siglo XX. Hoy Einar Wegener no tendría ningún problema en cambiar de sexo. Pero resulta que Lili Elbe fue una pionera del cambio de sexo o de la reasignación de genero que es una expresión que me gusta poco. Un personaje así, escindido en dos, es un personaje dolorido, desgarrado, incompleto, pero tal y como se nos presenta en la película de Tom Hooper, a pesar de la matizada interpretación de Redmayne, es difícil verle las aristas, las contradicciones, los miedos, la angustia, la parte oscura. Todo son brillos, telas suntuosas y satenes. A lo largo del metraje se instala una extraña sensación de tristeza, pero eso es a lo máximo  a que puede aspirar el espectador cómodo y complaciente que se acerque al cine a verla. El inquieto saldrá defraudado. La situaciones partiendo de una base real son tan previsibles que  la película se hace larga a ratos y esa relación tan perfecta y armoniosa entre Einar y Gerda, su mujer, se intuye que en la vida real no lo fue tanto. Cuando Lili Elbe muere en 1931 en Dresde a los ciencuenta años, Gerda, cuyo matrimonio había sido invalidado por el rey de Dinamarca en 1930, estaba felizmente casada con un oficial italiano en Marruecos. Claro, una película no tiene porqué ser fiel a la realidad, pero si resalto este pequeño detalles es para demostrar hasta que punto se ha edulcorado la historia para convertirla en apta para todos los públicos. Y así una historia que debería haber sido oscura, turbadora y perturbadora, una herida en carne abierta, un desgarro emocional acaba siendo un aburrido film sobre la que podríamos considerar la primera pionera transexual.  Me pregunto que hubiera podido hacer David Cronenberg con este material si hubiera caído en sus manos. Algo del estilo de "Dead Ringers" [1988]. En tan solo dos secuencia breves logro intuir la verdad del personaje, su fractura interior: una es la secuencia en esa especie de peep show parisino de principios de siglo donde Einar acude a ver mujeres desnudas no para excitarse sino para imitarlas, un momento dramático perfecto, y otro cuando acude a vestuario del teatro o de la opera, para desnudarse delante de un espejo de cuerpo entero y contemplarse escondiendo entre las piernas su aparato genital. Solo en estos dos momentos hay algo de una verdad más profunda, angustiosa y subversiva. 

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