sábado, 24 de octubre de 2015

EL CLUB PABLO LARRAÍN


Un pequeño pueblo en el confín del mundo, una casa amarilla, unos curas que han sido apartados de sus labores pastorales por diversos motivos, entre otros, la pederastia, una hermana carcelera con pasado oacuro, la aparición de una víctima, un suicidio y un cura progresista que investiga los hechos con el fin de cerrar este club de pecadores privilegiados. Unos galgos con los que se realizan carreras, que son en sí mismos una metáfora; otra. _El mar. Poco más. Con estos mimbres Pablo Larraín [Santiago de Chile, 1976] ha rodado "El club". La ironía aparece ya en el título. Luego puntea la trama de está desoladora y cruel película sobre el amor de dios, la lujuria del hombre, el perdón, la culpa, la aceptación, la renuncia. La homosexualidad y la pedofilía son tan solo el trasfondo de una historia áspera, a ratos desagradable, a ratos violenta, de una violencia seca, interna, a ratos de un terror sosegado. El terror que produce la pasmosa tranquilidad de estos seres humanos que guardan dentro de sí un monstruo kafkiano, esa cucaracha que es la parte oscura de todo ser humano. A ratos es fascinante y claustrofobia. La fascinación del horror. A veces lo que se ve es brutal, la solicitud de la victima de ser sodomizada manualmente por la chica que intenta ligar con él. A veces lo que se verbaliza es brutal. Ese monólogo que va desgranando la víctima como si fuera una historia de ira  contenida contada por un loco furioso. Debemos convivir con lo que somos. Lo que se muestra duele, pero es mucho peor lo que se intuye. Lo que la aparente calma de esta casa perdida en el confín del mundo encubre. Los pecados de la Iglesia. De la antigua y quizá también de la nueva. No en vano principio y fin se asemejan. Qué algo cambie para que nada cambie. Lampedusa dixit. El cura progresista no cerrará la casa. Intenta que una buena acción sirva para enmendar el pasado. Victimas y verdugos deben aprender a convivir en paz. El sarcasmo y el humor negro enseñan su pezuña de vez en cuando, alivian la tensión que poco a poco se va acumulando. Sin embargo, nada nos libra del golpe contundente del mensaje de está película devastadora sobre el silencio culpable de los hombres, de la Iglesia y de Dios.

MI GRAN NOCHE ALEX DE LA IGLESIA


Hoy toca una de risa. O debería tocar una de risa, o de risas, de esas risas enlatadas e histrionicas de los programas de televisión grabados en directo. Ya me entienden. En la televisión como en el cine todo el falso. Tanto el directo como las actuaciones en playback, como las comida y bebida de las mesas de los figurantes. Y por supuesto los especiales de navidad se graban en verano. En mitad de una huelga por los despidos a causa de un expediente de regulación de empleo. Los figurantes llevan una semana atrapados en un estudio en las afueras y rodeados de huelguistas. La policía defiende los pilares del capitalismo. Y hay un pobre parado al que contratan a última hora para que cubra una baja y que no puede hacerse cargo de su madre, un poco tarada. También hay una chica guapa, medio ninfómana y gafe, una madre con cruz de Caravaca a cuestas y manías incendiarias, un asesino a sueldo despechado que imita a la persona que debe asesinar - el descubrimiento de la película, desde mi punto de vista-, un ídolo adolescente que no para de meter la polla donde no debe, una pareja de presentadores que son matrimonio y se llevan a muerte, una directora lesbiana, un hijo presuntamente ruso, un acaparador de bebidas de antes de la guerra que trafica con todo, - el listo español de toda la vida-, unos cuantos actores de series televisivas como Gin Tonyc o Aida, con un par de líneas y un sinfín de figurantes. Y por supuesto está Alphonso. Inimitable. Lo que se dice una película coral. Caótica. Sin pies ni cabeza. El guión tiene más agujeros que una red de pesca. Hay que reírse, pero la risa nos sale floja. Si la última película de Alex de la Iglesia [Bilbao, 1965] intenta parodiar  ese tipo de programas tipo José Luis Moreno para las últimas noches de año no lo consigue del todo. Como parodia queda bien, apañada, pero el aspecto crítico de diluye entre los número musicales, las carreras, los golpes y la lentejuela. Algunos buenos diálogos se pierden entre el ir y venir de un tubo con esperma de cantante incendiario. La corrupción está servida. El ritmo de comedia que no es tal, pues Alex de la Iglesia siempre tiende a la parodia, a la sátira y al esperpento -algo muy español-, es desenfrenado. Casi siempre se pasa de rosca. Quizá  de todas las películas de Alex de la Iglesia, donde los resultados entre fondo y forma están más logrados fue en "La comunidad" [2000]. Del resto de su filmografía  - no del todo despreciable-, me he ido alejando poco a poco. La última película suya que vi fue "Crimen ferpecto" [2004] Y si he vuelto a ver "Mi gran noche" es por mi admiración  poco razonada por el cantante que hace de "Alphonso". No por el personaje público que es Raphael. Tiene buenos momentos como era de esperar, impagables las escenas de Raphael con Carlos Areces como el hijo ruso y la actuación de Jaime Ordoñez interpretando al asesino. Pero poco a poco conforme avanza hacia el final el souffle televisivo se desinfla. La salida de los actores del estudio entre espuma es patética. Uno imagina lo que hubiera hecho Buñuel con  un argumento así, teniendo en cuenta lo que hizo con "El ángel exterminador".  Para incondicionales de De la Iglesia y sobre todo para admiradores de Raphael que borda un papel hecho a la medida de su talento.

sábado, 17 de octubre de 2015

EL NUEVO NUEVO TESTAMENTO - JACO VAN DORMAEL

Como anuncia el cartel de la nueva película de Jaco Van Dormael [1957, Ixelles] Dios existe y habita en Bruselas. Si la película la hubiera dirigido Woody Allen viviría en Nueva York. Y si la hubiera dirigido Buñuel, seguramente, viviría en Calanda. Pero vive en Bruselas con su mujer, que es una mujer de su casa que se dedica a revisar su colección de jugadores de béisbol, a bordar y a realizar la labores propias del hogar. Una mujer sometida y que parece algo alelada. Dios es un pobre hombre, patético, cabreado consigo mismo y con el mundo que ha creado. El dios tiránico del medievo. No el Dios de amaras al próximo como a ti mismo, sino el Dios de odiaras al próximo como a ti mismo. Descarga su frustración con los hombres. Dios no es nadie sin ordenador, desde el cual planifica guerras, accidentes y otras catástrofes naturales o no. En otras palabras Dios es un energúmeno que viste como un turista de andar por casa. Una casa de la cual no se puede salir porque no hay puertas en el cielo. Me olvidaba, el hijo de Dios JC., intentó arreglar algo el mundo que creó Dios, pero los doce apóstoles no fueron suficientes. Y así andamos. Antes de crear al hombre Dios intentó crear otras cosas que no le quedaron bien. Una de las imágenes que quedan en la retina es la del primer hombre desnudo paseando por una biblioteca con todos los libros con las páginas en blanco. Me volvía a olvidar, además de a JC, Dios tiene una hija. La hija de Dios está hasta las narices de suestúpido padre que con las leyes actuales se podría considerar una maltratador en toda regla. Dios se aburre y se dedica a redactar leyes universales para joderle la vida al hombre. Una de esas leyes, la 2119, dice que la cola de al lado en un supermercado siempre irá más deprisa que la cola en la que tu estás. Otra ley dice que cuando te metes en la bañera siempre suena el teléfono. Ya digo: Dios es un pobre hombre y su hija harta de él decide rebelarse y vengarse,  y antes de abandonar la casa por el hueco de la lavadora para encontrar a los seis apóstoles que según su madre serían necesarios para cambiar el mundo, decide enviar a los seres humanos un mensaje al móvil indicándoles el tiempo que les queda de vida, con lo cual libera a los hombres de la tiranía de la muerte. El hombre es libre para elegir qué hacer con el resto del tiempo que le queda por vivir. Luego bloquea el ordenador de Dios padre.La película se divide en libros: El Génesis, El Éxodo, los Nuevos Testamentos, uno por cada nuevo apóstol, y por supuesto: el Cantar de los Cantares. La hija de Dios tiene el don de escuchar la música interior de las personas. En algún momento la película bordea lo cursi, como si de tratara de un fil de Jean Pierre Jeunet,  pero el humor negro la salva. Que la música interior del asesino sea "La muerte y la doncella" de Schubert indica inteligencia y es estupendo. Que la música del niño al que le quedan 54 días de vida y que decide aprovecharlos para convertirse en niña, sea "La mer"`de Charles Trenet, es un acierto. "El nuevo nuevo testamentos" es inclasificable. Es una comedia,  o una sátira, pero al mismo tiempo es una película de aventuras y una película fantástica, y una película religiosa a la contra. Es barroca hasta la exasperación. En la parte final se le va la mano visualmente al realizador, con esos cielos bordados, pero ese pequeño detalle no empaña el desarrollo de está inclasificable película donde todos parecen que se han divertido mucho a la hora de rodar. Incluida una Catherine Deneuve que se parodia a sí misma lo suficiente  como burguesa adinerada e insatisfecha como para poder echarse como amante un orangután  que rescata del circo. Idea que recuerda a Charlotte Rampling y su chimpancé en "Max, mon Amour" de Nagisa Oshima. [1986]. La transgresión y la herejía de la película está en su misma inocencia. Y en los pequeños detalles. Esos apóstoles que se van añadiendo al cuadro de la "Santa Cena" y que le dicen a la mujer de Dios que algo está cambiando. El destierro de Dios a un país lejano. Al fin y al cabo Dios sin su ordenador y en una Bruselas repleta de inmigrantes y vagabundos es un sin papeles. Me sobran los cinco minutos finales, el tono pastel de cómo sería el mundos sin un Dios padre opresivo y patriarcal. Me hubiera gustado más imaginarme cómo sería y que no me lo den todo hecho. El mejor momento de le película, por lo menos para mí, es ese momento en que la mujer de Dios después de comprobar que los doce apóstoles se han convertido en dieciocho  decide hacer limpieza general a ritmo de de " Il venait d´avoir 18 ans" cantada por Dalida.  Película ideal para cristianos rebeldes, agnósticos en general, y críticos acerbos de cualquier religión del mundo mundial.

domingo, 11 de octubre de 2015

VENTE A CASA JORDI NOPCA


Cuando uno escribe, ya sea una poema o un libro de relatos, una presentación o una reseña habla más de sí mismo que de la persona que reseña o presenta y, desde luego, el poema o el relato dicen más de nosotros, que de los propios personajes sobre los que tratan o del nimio argumento en que se basan. Soy una persona metódica, de rutinas, una persona que arriesga poco, que se arriesga poco, por lo tanto no he logrado casi nada de lo que me proponía en la vida y lo poco que he logrado ha sido a pesar de mí. A mi pesar. Sólo al principio de mi presunta carrera literaria arriesgué algo y mandé un par de poemarios a editoriales, que por supuesto fueron convenientemente rechazados, aunque alguno ganase posteriormente algún importante premio literario de prestigio. Desde entonces siempre he confiado más en los premios literarios que en las aptitudes premonitorias de los editores, aunque eso me ha llevado a ser un autor casi secreto. Uno acepta los vericuetos del camino. Todo esto lo digo a raíz de la publicación del libro de relatos de Jordi Nopca [Barcelona, 1983] "Vente a casa"; un libro de relatos bastante diferente de los libros de relatos a que nos tienen acostumbrados las editoriales que publican libros de relatos. Hay que agradecer a Libros del Asteroide su publicación. Los relatos de Nopca hablan de parejas. Eso no es raro. Muchos libros de relatos hablan de parejas. Podríamos remontarnos a "La soledad de las parejas" de Dorothy Parker. Ironía y cinismo a partes iguales. También son muchas las parejas que aparecen en los relatos de Raymond Carver. Algo de ambos autores se rastrea en este libro de Nopca. Las parejas de Nopca ya sea en fase inicial o terminal tienen problemas que ignoran que tienen. Tener problemas es el estado natural de las parejas. Tener problemas que se ignora que se tienen es la sal de la vida. La vida es sí es un problema. El gran problema. La literatura en general trata sobre él. La gran literatura trata sobre la vida en general. Los relatos de Nopca son gran literatura construida sobre los materiales de derribo del ser humano en tiempos de crisis. Parejas. Jóvenes y no tan jóvenes. Parejas en diferentes estadios de descomposición. Parejas precarias en entornos precarios. Matrimonios a la deriva. Crisis etílicas y otras. Es como si la malaventura presidiera las relaciones sentimentales de estas criaturas que fluctúan entre la neurosis y el hastío. Lo personal se mezcla con lo laboral. La literatura con los celos. Algunos relatos derivan hacia la farsa, se vuelven alambicados e incluso retorcidos: La navaja suiza. Pero hasta en los más salidos de madre, Jordi Nopca logra mantener el pulso que los sostiene, sin que el edificio literario del relato se agriete o muestre sus costuras.  Nos encontramos con el escritor suizo Peter Stamm -autor que a mí me gusta mucho-, con una pareja de chinos que regenta un bar, con un padre que toca el saxofón y que podría ser un chiste particular en torno a Woody Allen, con la nieta de Blake Edward, pero sobre todo entre relato y relato se filtra la crisis económica y la inseguridad laboral y los desengaños personales y los sueños frustrados. Gente jodida, ya me entienden. Nopca sabe cómo empezar un  relato, cómo dar el tono, el pistoletazo de salida: " El autor de una serie de setenta y ocho novelas de misterio ambientadas en Albacete había quedado para cenar con su traductor al catalán". Quién podría resistirse a leer un relato que comienza así. Pues eso. Que los relatos de Nopca están repletos de momentos así y de parejas urbanas a las que la vida ha golpeado y golpea repetidas veces. El autor mira a los personajes de frente y a los ojos y en su mirada hay una burla solapada no exenta de ternura. El autor disecciona a sus personajes con la navaja de la ironía, que no es suiza,  y luego los remienda con el hilo y la aguja de la compasión, aunque no excesiva. La crueldad es parte de la vida. Y muy principal. Y el autor lo sabe. Quizás uno de los cuentos más flojos es uno de los que más me gusta. Tal vez porque es uno de los que mejor refleja al autor, o uno cree entrever entre las páginas de "Velas y túnicas" asomar el rostro en penumbra de Jordi Nopca. Y por supuesto no se pierdan ustedes ese tour de force prodigioso que merecería estar en cualquier antología del relato actual que es "Angels Quintana y Felix Palme tienen problemas". Que ustedes los disfruten. Los problemas. Y los relatos. 

domingo, 4 de octubre de 2015

UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD SUSANNE BIER



No sé las razones por las cuales me gusta llevar la contraria al resto del mundo. La mayoría de críticas y reseñas que he leído sobre "Una segunda oportunidad" dirigida por Susanne Bier [Copenhague, 1960] son negativas. Pero a mí me ha gustado está película híbrida sobra los límites morales. Hay una pareja de policías que parecen llevar vidas complementaria. Uno lleva una vida ordenada, acaba de tener un hijo y su mujer es guapa, elegante, la mujer perfecta,  y el otro está separado y bebe. Luego ocurre un hecho que lleva al policía ordenado a cometer un acto moralmente reprobable que tendrá  consecuencias de largo alcance para varios personajes. Se plantean no solo un dilema, sino varios. La película fluctúa  entre el policíaco convencional y el drama familiar. A veces nada es lo que parece. Los mundos perfectos no existen. Las verdades absolutas tampoco. El amor materno es una intuición más fuerte que la vida, aunque algunas madres carezcan de amor materno. Todos tenemos que pagar por nuestros actos. Sobran algunos planos bonitos de casas iluminadas con bombillas, del mar, de pájaros. Se busca aliento poético a este melodrama sobre las consecuencia de un acto reprobable, que son varios. Sobra la conclusión final, la secuencia en el almacén. Pero. Qué quieren que les diga, que prefiero la imperfección  de "Una segunda oportunidad" con sus disquisiciones morales, a la perfección vacía del último Amenabar que había visto el día anterior y que se me antoja más que una masturbación solitaria un acto fallido.