domingo, 30 de agosto de 2015

MI CASA EN PARÍS - ISRAEL HOROVITZ


No quiero acabar agosto sin  comentar "Mi casa en París" de Israel Horovitz [Wakefield, 1939] comienza siendo una comedia con trampa para luego intentar ser otra cosa, un drama o melodrama con pinceladas de humor. O algo así. Para ser una comedia peca de sosa, aunque es encantadora. Para melodrama, le falta garra a lo que cuenta. Un americano de mediana edad hereda una casa pintoresca en París, pero se encuentra con que no solo no puede venderla por las buenas sino que tiene que pasarle una una especie de pensión a la señora que habita en la casa, Mathilde. Ni él tiene dinero para pagarle la pensión vitalicia convenida por su padre a cambio de la propiedad del piso cuando ella muera, ni ella parece tener intención de morirse demasiado pronto. El juego actoral entre un envejecido y dejado físicamente Kevin Kline y una vitalista y nonagenaria Maggie Smith sostiene la primera parte de esta película que no oculta su sustrato teatral. ¿A quién le importa? Luego aparece en escena la hija de la vieja señora Kristtin Scott Thomas y todo se torna ligeramente previsible sin perder el tono encantador del conjunto. Por supuesto hay alguna sorpresa que no es ninguna sorpresa y que tarda en concretarse. La vida es aprendizaje, parece decirnos el director y también autor de la obra original en la que se inspira la película. Unos padres nos dejan en herencia propiedades y joyas y dineros y otros nos dejan lecciones de vida. Puede que las que no se atrevieron a darnos mientras vivían. Las herencias siempre han dado mucho juego en el cine. Al final se le quita hierro al asunto principal de la historia. Las aguas reportan a su cauce. Los papeles de padre e hijo parecen repetirse aunque sin terceros en discordia. Uno podría pensar en Billy Wilder y su esplendida: ¿Qué ocurrió entre mi padre tu madre? [1972] Sin su sarcasmo, claro. Lo qué allí era denuncia de la hipocresía social de la época con respecto a la infidelidad, aquí es más bien un canto al amor sostenido en el tiempo, a la familia y al propio desarrollo personal. Si quieren pasar un rato entretenido y reflexionar no demasiado profundamente sobre las debilidades del ser humano no deberían perderse  este conmovedor drama romántico.   

viernes, 28 de agosto de 2015

MIENTRAS SEAMOS JÓVENES - NOAH BAUMBACH


Anoche asistí al preestreno de "Mientras seamos jóvenes" dirigida en 2014 por Noah Baumbach [Brooklyn, 1968]. Salen, entre otros,  Ben Stiller, Naomi Watss y Amanda Seyfried, además del para mi poco conocido Adam Driver. Todos muy ajustados a sus papeles. Mi favorita por supuesto Naomi Watts. A Stiller siempre se le nota el esfuerzo, como si le costase respirar. Alguna reseña señala que se trata de la comedia más divertida de Woody Allen no dirigida por él. Es un indicio de por donde van los los tiros. Muchos diálogos inteligentes. Podríamos imaginar al director neoyorquino y a Diane Keaton en los papeles principales y la película rodada en un pulcro blanco y negro. Faltaría la banda sonora con jazz de fondo. Como su titulo indica el tema es la crisis de la mediana edad. ¿Cómo se pierden los ideales que alguna vea se tuvieron? ¿Quién es mediocre y quién no? ¿Dónde queda la ética artística? ¿Qué ocurre cuando no nos integramos en el rebaño? ¿Qué sacrificamos para llegar dónde queremos llegar? ¿Qué precio pagamos por ser quienes somos? Porque todo tiene un precio. La vida tiene un precio y envejecer nos da la perspectiva para saber en qué comento del camino erramos o acertamos, o simplemente no tomamos la decisión adecuada. El humor es corrosivo. Bordea el drama. Queda la sátira. Algunos personajes saben reírse de si mismos mejor que otros. Las contradicciones son relevantes. Hay una pareja joven y desinhibida y una pareja de mediana edad que ha perdido parte de sus ideales, y una pareja con una niña y un documentalista consagrado. Todos parecen gente inteligente. Hablan mucho. Incluso hay una gallina. Y helados de sabores extravagantes. Y bicicletas. Y un sombrero. Y enfermedades propias de la mediana edad. Y una ceremonia con sustancias alucinógenas. Queda un sabor agridulce y quizás lo que menos me gusta es ese final previsible, a pesar de la ironía del último plano. Ya saben se trata de una película con niños.

DANIELA ASTOR Y LA CAJA NEGRA - MARTA SANZ


Novela realista y falso documental. Aborto y destape. 1978. Una niña de doce años que sueña con ser un personaje de papel couché; Daniela Astor. Muchos años después, cumplidos los cincuenta, recuerda ese año en el que su vida  y la de sus padres cambió. Uno escucha el término novela feminista y tiene la impresión de que le van a soltar el sermón de la montaña. Pero no. Marta Sanz [Madrid, 1967] es una escritora hábil, con estilo, irónica con el lenguaje, y estructura su "Daniela Astor" con la sabiduría con que la protagonista de la novela Catalina Hernández Griñan estructura su falso documental sobre aquellos años del destape, Susana Estrada, Los ángeles de Charlie y el un, dos, tres, muchas de cuyas azafatas acabaron en actrices de segunda fila, salvo honrosas excepciones. Novela del tránsito de la infancia a la adolescencia, de ilusiones y decepciones, de cambios de puntos de vista, narrada desde el yo más profundo. Como bien afirma la protagonista: " Ésta es una historia sobre el adulto que todos los niños llevamos dentro y también sobre la niña que se ha quedado dentro de mí...No me puedo permitir una historia de palabras dichas a medias o de libros de familia que guardan secretos inconfesables" [pag. 173]. Esta es una historia feminista con coartada cultural. Hay muchas actrices del destape, pero también muchas referencias que quizás dentro de cincuenta años necesiten un amplio aparato de notas a pie de página. Sin conocer la referencias la novela también se disfruta estupendamente, claro que conociéndolas se disfruta doblemente.  Susana Estrada, Maria José Cantudo, Rafael Reig y su Autobiografía  de Marilyn Monroe,  Amparo Muñoz, Bette Davis en ¿Qué fue de Baby Jane?, Sandra Mozarowsky,  Nadiuska, Los ángeles de Charlie, Tocata y fuga de Lolita,  Antonio Drove, El túnel, Victoria Abril, La torre de los siete jorobados, La muchacha de las bragas de oro, Yolanda Ríos, La trastienda, Jorge Grau,Vicente Aranda, Bárbara Rey, Pigmanlión, la banda sonora de Marnie la ladrona, Debora Kerr, Florinda Chico y El padre de la criatura, Carmen Sevilla, La loba y la paloma, La casa de la pradera. Sería para empezar y no acabar. Pero la novela de Marta Sanz no va sobre el destape y el aborto, va sobre la vida, sobre la jodida vida de las personas que no aceptan que las normas establecidas sean las que son y no se resignan a la dura realidad, aunque tengan que pagar un alto precio. Que algo cambie, aunque sea para que no cambie nada. Nada que no sea la propia realidad de la persona que transgrede la norma. Pero siempre hay que dar un primer paso. Volvemos a principio, o al final, porque a la autora le gustan los juegos de palabras y el ritornello; " Ésta es una historia sobre el adulto que llevan dentro todos los niños" [pag- 21]. Una historia donde "la prohibición acrecienta el misterio". Y ahora reflexiono sobre esos escritores que escriben novelas a secas y novelas de género. Las dos anteriores de Marta Sanz que leí, "Black, black, black" [2010] , "Un buen detective no se casa jamás" [2012] pertenecen a ese género que tanto me pone como es el género negro.  ¿Cómo nos enfrentamos a un autor sobre cuya obra ya tenemos creadas unas expectativas? Lo bueno de Marta Sanz es que cambia el tema, pero no el estilo. Y es que considero que en narrativa el estilo lo es todo; porque el estilo presupone una manera de mirar el mundo, una perspectiva oblicua sobre la realidad. Si a un escritor le falta el estilo puede que sea un buen escritor, pero no será un escritor grande.  Aborto, destape y amor. "El amor, por definición,  ha de estar lleno de peligros".  Se preguntará la protagonistas si el amor es una de esas sensaciones que no se pueden fingir. Suponiendo que el amor sea una sensación. "Los amores sin dificultad no trascienden". "Porque el amor es una guerra: todo el mundo lo sabe". Y el odio distrae muchísimo. Y la gente que crece no puede ser buena. "Hay quien tiene derecho a escribir poesía sobre ciertas cosas y hay  quien no". "La belleza es cada vez más una ortodoxia". "Toda historia de amor es la historia de un asesinato". "Las victimas son el peor de los verdugos". Y Marta Sanz nos cuenta esta historia como si fuese la niña de la portada, desde la inocencia y la rabia o desde la falsa inocencia y el rencor, una historia sobre conceptos que caen dentro de la órbita de eso que se llama feminismo, pero que es el negativo de eso otro que llamamos machismo. Y como se afirma en la novela: "Nosotros no podemos convertir esta historia en un silencio porque el silencio es un modo de subrayar las cosas, pero también de borrarlas". Una historia que ha de ser contada y sobre todo que ha de ser leída. En sus manos queda.

martes, 25 de agosto de 2015

EL SEÑOR MANGLEHORN - DAVID GORDON GREEN


Al Pacino [Nueva York, 1940] es " El señor Manglehorn" dirigida por David Gordon Green [Little Rock, 1975] Y en eso consiste la película, en Al Pacino, a sus 74 años en el papel del señor Manglehorn, un hombre solitario, separado, con un hijo con el que no se lleva bien, y un trabajo simbólico, cerrajero. La película es Al Pacino en estado puro, perdón, el señor Manglehorn, porque el actor se diluye en el personaje o es al revés. Al Pacino conduciendo su furgoneta, Al Pacino escribiendo cartas a la mujer que le amó hace cuarenta años, Al Pacino recogiendo el correo, Al Pacino abriendo un coche donde ha quedado encerrado un niño pequeño, Al Pacino jugando a las tragaperras, disparando a una botella de cerveza, paseando con su nieta, ingresando o sacando dinero del banco, comiendo, tirando una mesa. "El señor Manglehorn" es el retrato de una soledad, que es el reflejo de otras soledades y de otros fracasos. Es casi una película de tiempos muertos, de instantes fugaces. Al Pacino es el 98 por ciento de la película, luego hay una gata que se ha tragado una llave y claro, está Holly Hunter, inmensa en un papel secundario poco agradecido. La película no tiene termino medio. O te gusta intensamente o te disgusta profundamente. La nota de prensa dice que el protagonista cometió un crimen por el cual perdió al amor de su vida. Del dichoso crimen poca información hay en el film. Interesa el personaje porque Al Pacino lo asume como se asume una vida estéril y triste. Y la posibilidad de seguir aferrado al pasado o intentar empezar de nuevo a una edad donde los comienzos son difíciles. Me ha recordado al Wim Wenders de principios de los setenta y a algunos cuentos de Gonzalo Calcedo. Si de toda película como de todo libro tiene uno que salir como renacido, o al menos diferente a como éramos antes de ver la película o leer el libro, yo les aconsejaría que no se la perdieran. Por Al Pacino, por Holly Hunter, o al menos por la gata.

jueves, 20 de agosto de 2015

LÍO EN BROADWAY PETER BODGANOVICH


Hay directores que brillaron un momento y se apagaron después. Peter Bodganovich [Nueva York, 1939] es uno de ellos. Bodganovich brilló principalmente a  principios de los setenta. Fue capaz de construir un meritorio e interesante film triller con un Boris Karlof en decadencia "Targets" [1968] y un par de años después ofrecernos la que posiblemente sea su obra maestra "The Last Picture Schow" [1971] en un blanco y negro deslumbrante y con un reparto de esos de campanillas para la época:  Timothy Bottoms, Jeff Bridges, Cybill Shepherd, Ben Jonhson, Cloris Leachman [una actriz por la que siendo debilidad], Ellen Burstyn...y al año siguiente dirigir a Barbra Streisand y a Ryan O´Neal en "¿Qué me pasa doctor?" [1972] una de sus mejores comedias. Rodó unas cuantas películas más, algunas relativamente interesantes, en los setenta, pero cada vez con menos éxito. De 1992 recuerdo "Qué ruina de función" con un reparto absolutamente entregado. "Lio en Broadway" quiere aproximarse a "Qué ruina de función", pero por desgracia no lo consigue. Y no es cuestión de reparto, aquí más que competente, empezando por una Tatum O´Neil a la que rescata para el cine y con quien trabajó de niña en "Paper Moon" [1973] y "Nickelodeon " [1976], y siguiendo por una Jennifer Aniston pasada de rosca.  Bodganovich es adicto a sus actores e incluso se permite darle un pequeño papel a Cybill Shepherd en la función, aunque sea como madre de la protagonista. Qué tiempos aquellos en los que Bodganovich intentó lanzar la carrera dramática de Shepherd con "Daisy Miller" [1974] Pero el pasado pasado está. Y "Lío en Broadway" se nos presenta como una comedia fuera de su tiempo. Una comedia que intenta mantener el ritmo de las  comedias tipo Screwall con puertas que se abren y se cierran y diálogos alocados. Sin embargo una comedia de este tipo exige mano firme y me temo que hay un error de guión, esa entrevista  a la protagonista que contrapuntea la acción y que tampoco aporta nada a film, pero que en cambio paraliza el desarrollo del argumento. En algunos momentos se tiene la impresión de que Bodganovich ha jugado a ser Woody Allen y no le ha salido del todo. La película que quiere ser un homenaje a Ernest Lubitsch y "El pecado de Cluny Brown" [1946] con la utilización de la dichosa frase de las ardillas a las nueces que el director de la obra le cuenta a todas las mujeres con las que se acuesta, puede antojársenos anticuada e intelectual, algo simple, pero me he divertido mientras la veía y la prefiero a la burda comedia actual donde machismo y feminismo intercambian sus papeles de la manera más tosca y soez.

BERNIE -RICHARD LINKLATER


El verano es propicio a los estrenos raros, diferentes. Recupera los atrasos de la distribución. Es lo que ha sucedido con esta película del director Richard Linklater [Houston, 1960]. "Bernie" es una película de 2011 que se a estrenado ahora, después de "Before Midnight" [2013] y "Boyhood" [2014]. Bernie también es  una película que descoloca al espectador. Una comedia negra sobre un enterrador encantador y solicito que parece incapaz de matar una mosca y que acaba juzgado y condenado por el  asesinato de una viuda rica y tiránica. El tema no es nuevo. No tenemos más que remontarnos a Charles Chaplin y su "Monsieur Verdoux" [1947] o a Alfred Hitchock y "La sombra de una duda" [1943]. Pero el tratamiento de Linklater sí que es novedoso, ya que plantea el acercamiento al personaje de Bernie Tiede como si fuese una mezcla documental y cine. Y del contraste entre lo que se nos narra y la visión externa y las opiniones de esos supuestos personajes reales -algunos completamente caricaturescos-, que tampoco lo son surge una narración  híbrida y fascinante. Casi enseguida nos ponemos de parte de ese hombre ridículo y perfeccionista, que canta, baila y lleva flores y bombones a las viudas de los difuntos que pasan por su manos.Uno no termina de saber, y esa es la gracia, si Bernie es tonto o se hace el tonto. La película acaba convirtiéndose al final en una película de juicios, un poco al estilo de "Matar un ruiseñor" [1962] pero en plan sarcasmo. Es la parte que menos me gusta. Impagable el interrogatorio a la nieta de la difunta Shirley Maclaine. Sed nos cuentan cosas muy serias con una sonrisa que se congela en las boca. Y lo de hacer el bien sin mirar a quien también tendríamos que  replanteárnoslo. Lo mejor de todo es descubrir que un actor que a mí me disgusta profundamente Jack Black, sobre todo como actor principal, por fin ha logrado encontrar el personaje que salvará un carrera cinematográfica y por el cual podrá ser recordado para siempre. Hay actores que encuentran su personaje muy pronto - Shirley Maclaine siempre será la puta de buen corazón-, y otros a los que el personaje sale a buscarle a mitad del camino. Creo que éste es el caso. Por supuesto Jack Black no es toda la película, pero Bernie no sería nada sin la sutilisima y entregada actuación del actor. Incluso en ese plano final de espaldas el actor se las apaña para que sintamos lastima del pobre Bernie.