domingo, 12 de abril de 2015

EL CAPITAL HUMANO - PAOLO VIRZI


¿Dónde empieza y dónde acaba la modernidad? Uno comienza a estar un poco harto de películas que narran desde diversos puntos de vista un mismo hecho. Cuánto ha llovido desde Kurosawa y sus Rashomon. No es éste el caso, pero la imaginación al poder que se solía decir en mi época. Reconozco que soy un poco antiguo. "El capital humano" es una buena película, que quizás podría ser mejor de lo que es, pero que tal y como está contada e interpretada acierta en la diana de esta estúpida sociedad capitalista en la que estamos cómodamente integrados unos y otros, ricos, pobres y medio pensionistas.Varios personajes relevantes, hasta siete, algún secundario con enjundia y tres puntos de vista y medio - esa coda final que viene a poner los puntos sobre las íes-, para narrar la muerte de un ciclista, no solo detonante de una investigación policiaca  que es ante todo  un crudo y acerado análisis de nuestra sociedad. Fondos de inversión que dan un 40% de intereses, ridículos empresarios inmobiliarios de pacotilla, esposas malqueridas y peor folladas con ínfulas culturales redentoras a tiempo parcial, hijos díscolos. Sociedad de la hipocresía y del medio pelo social.Tanto tienes, tanto vales. Y desde luego si no tienes nada eres un cero a la izquierda. Un perdedor nato. Puede que redimido por amor. Maldita esperanza la del amor. Aunque viendo en que han quedado las historias amorososas y matrimoniales de Dino y Roberta y la de Giovanni y Carla; no sé si el futuro que espera a Serena y Luca es prometedor. O solo un espejismo de juventud. Entre partidos de tenis, operaciones de bolsa poco éticas y más menos que surrealistas y fiestas se desarrolla este retrato de seres egocéntricos y patéticos, por no decir absurdos que van a lo suyo. Ni siquiera el profesor de teatro sale bien parado de la función. Cada cual debe asumir sus decisiones aunque no le gusten. Tenemos la sociedad que hemos creado entre todos. El final de la película es un poco un sálvese quién pueda. No siempre gana el que gana, sino que a veces, gana el que pierde; aunque su victoria sea pirrica. 

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