lunes, 29 de diciembre de 2014

CAZA DE CONEJOS MARIO LEVRERO


Desternillante. He comenzado así, suavemente. En realidad el término que iba a emplear era "descojonante" o quizás al propio Levrero le hubiera gustado más algún término inventado como "desconejante". No sé. "Caza de conejos" [1986] de Mario Levrero [ Montevideo 1940 , Montevideo 2004] editada en 2012 en Barcelona por Ediciones el Zorro Rojo es un maravilloso ejercicio de libertad creativa y de portentosa imaginación. Debería acabar aquí el post para que no pierdan ustedes el tiempo leyendo esto y lean este libro raro e inaudito de Levrero, que siendo relato o microrrelato tiene aliento de novela fragmentaria donde los personajes se transforman y transmutan, donde las víctimas se tornan verdugos y a la inversa y donde  el puro disparate perfectamente razonado y sazonado con el humor más gamberro y subversivo adquiere carácter épico. Hay un bosque y conejos. Muchos. Y Cazadores. Más que suficientes. Y guardabosques. A cientos. Y un idiota. Siempre tiene que haber un idiota. Shakespeare ya lo sabia. Aunque sea para contar la historia. Aquí  no la cuenta, pero les puedo jurar que hay un idiota y una prima del idiota. También hay un castillo. Comienza con un prólogo: Fuimos a cazar conejos. Era una expedición bien organizada que capitaneaba el idiota.  Y a partir de ahí todo es descacharrante. Los conejos a veces son cazadores. Los cazadores a veces son guardabosques. Los guardabosques a veces son conejos. Vale. Para cazar se necesita un permiso de caza que entre su abundante documentación te exige un certificado de defunción. Así las gasta Levrero. Hay un oso amaestrado penosa  y ridiculamente disfrazado de conejo. Hay  una chica llamada Laura que atrapa los conejos entre sus piernas. Hay carteles que prohíben cazar conejos. Hay una prima del idiota, otra.  Hay gente que va de picnic en lugar de ir a cazar conejos. Hay quien caza conejos por amor y quien los caza por odio. Hay quien duda de la existencia de los conejos. Hay un refrán que dice: Donde menos se piensa salta la liebre. Hay capítulos de una línea que valen por toda una mierda de novela actual. Capitulos LVII: No llevamos a nuestros hijos a las cacerías para evitarles el bochornoso espectáculo de las conejas que se dedican a la prostitución. Hay poesía en estado puro. Capitulos LX: Poniendo un conejo contra el oído, se oye el ruido del mar.  Hay recomendaciones para escribir historias de conejos. Bueno, todo lo anterior y mucho, mucho más. Un universo de conejos, guardabosques y cazadores que hará las delicias de cualquier gourmet literario. Para paladares selectos. Aunque según parece el plato favorito no es el conejo a la brasa, sino el guardabosque a la brasa. Qué ustedes lo disfruten. Al guardabosques y al conejo.  Y por descontado a Levrero.

domingo, 28 de diciembre de 2014

PUNTO DE FUGA DAVID MARKSON


Punto de fuga [Verdehalago, 2011] David Markson [Albany, 1927-Nueva York, 2010] Lo reconozco, me atraen los libros raros y extravagantes. Esos libros que uno no sabe cómo clasificar o dónde ponerlos. No son carne ni pescado. No son poesía ni ensayo ni narrativa. Son simplemente literatura. Extraña literatura. Cuerpos híbridos. "Punto de fuga" es uno de esos libros inclasificables. Se puede definir como una novela sin argumento. Notas a pie de páginas. Consideraciones sobre el hábito de leer. Selección de aforismos propios y ajenos y enajenados.  Hay un autor  consciente de ser autor que sale de vez en cuando y se queja de que el asunto no avanza. El asunto es la novela. La historia comienza con un significativo párrafo de una línea. Autor por fin ha comenzado a darle forma a sus notas. Luego empieza a hablarnos de Matisse y de Albert Camus y de Leonardo da Vinci y de Berlioz. Y no hemos llegado a la mitad de la primera página. Quedan doscientas más. Los nombres se suceden. Autor elige un instante significativo del personaje. Su muerte o su nacimiento. Una costumbre suya que también era una costumbre de otro. Elige dos autores que murieron el mismo día o que quizá nacieron el mismo día o que quizá se odian de la misma manera.  Nombra ciudades donde nacieron o murieron personajes famosos de diferentes especialidades artísticas. Como listado, así todo seguido, quedaría denso, pero dispersos los datos a lo largo de la narración la puntúan, le dan un ritmo sincopado. Incluye opiniones de unos autores con respecto a otros. Ejemplo: Tolstói a Chejov: No soporto las obras de Shakespeare, pero las tuyas son peores. La obra entera es una sucesión de párrafos que proporcionan información diversa que por acumulación crea un estado mental, una visión de la vida con un punto de fuga literario. Porque de lo que realmente nos está hablando David Markson es del individuo como lector que recibe información y la asimila y luego la regurgita a modo de notas a pie de página. Nos está diciendo que en esencia el hombre como animal pensante es aquello que ha leído, aquello que le queda tras ese acto de fe que es la lectura. Somos el rastro que los libros dejan en nosotros. Notas sueltas a veces contradictorias que se pueden compartir o no, pero que siempre estimulan: Oscuro, tosco, bárbaro y falso, alguien etiquetó así los primeros libros de Yeats. // La teoría de que la mayoría de los editores son escritores frustrados./A lo que Eliot añadió: también lo son la mayoría de los escritores. // Todo poeta es un tonto. Lo cual no significa que todo tonto sea un poeta./ Dijo Coleridge.//  Tácito, en su juventud, defendía a los escritores jóvenes contra la eterna vieja guardia: lo que es diferente no necesariamente es peor. // Me parece un verdadero castigo, en las artes liberales, presentarnos frente a tontos y exponer nuestras composiciones al juicio bárbaro de los estúpidos. / Dijo Molière.// Idiotas salvajes, así llamó Jack Warner a los escritores. // Todo lo vital del mundo viene de los neuróticos. Solos han fundado religiones y compuesto nuestras obras maestras./ Dijo Proust. // Sentir pena por los desafortunados es una debilidad indigna de los hombres sabios./ Dijo Séneca.//  El arte no es verdad. Es una mentira que nos permite reconocer la verdad. / Dijo Picasso.// Pasar mucho tiempo estudiando es pereza; usar los estudios como ornamento es afectación. Dijo Bacon.// Nada absurdo puede decirse sin que haya sido dicho antes ya por algún filósofo. / Dijo Cincerón.// Asnos que cargan muchos libros. Como Mahoma, quien no sabía ni leer ni escribir, calificó a los judíos.//  Esto es tan solo una pequeña muestra de "Punto de fuga". Material para la controversia no exento de una ironía sardónica en la selección del material. Dejo para el final tres de mis favoritas: ¿Fue Menandro quién anunció que su nueva obra ya  estaba terminada, y lo único que faltaba era escribirla?.  // Nadie cree en su propia muerte. / Dijo Freud. // César pidió que nombraran la mejor manera de morir: La súbita.// Ya saben, lean, lean, lean, pero sobre todo lean a David Markson.Toda una caja de sorpresas.

sábado, 27 de diciembre de 2014

UNA ALACENA TAPIADA CARLOS CASTILLA DEL PINO


Hay libros que parecen lo que no son. "Una alacena tapiada " de Carlos Castilla del Pino [San Roque, 1922- Castro del río, 2009] es uno de ellos. Una novela escrita por un neurólogo y psiquiatra de prestigio. Una novela breve - su segunda novela después de "Discurso de Onofre" [1977]-,  apenas 130 páginas con la engañosa forma de novela de suspense. En el primer capítulo hay un suicidio, luego la historia va por otros derroteros. El narrador omnipresente o omnisciente se mete de rondón en la mente del personaje protagonista. En realidad el protagonista de la novela es un concepto; la incapacidad del ser humano para ver la realidad tal cual es, para relacionarnos con los otros. Esta es una historia sobre un malentendido no sé si a la manera de Camus, pero si a la manera de Castilla del Pino, que intenta plasmar como un hombre fuera de la realidad y firmemente asentado en la fantasía, un loco en potencia y a veces en acto,  Enrique Besabé y Gómez de Urbina, a partir de una señales azarosas desencadena una tragedia, alimentando una culpa latente en el personaje de Ramón Argoda. Lo simple se torna complejo. Una caja de cerrillas es un desencadenante significativo. La forma de enfrentarnos a la realidad y la realidad en sí misma son imágenes que no se llevan bien. No encajan. Siempre nos formamos una imagen del otro que raramente se corresponde con la realidad del otro. El componente subjetivo es primordial a la hora de relacionarnos.  ¿Quién es realmente el otro? ¿Es el qué es esencialmente, el que vemos que es, el que imaginamos que es, el que el cree ser, el que imagina él que es? Demasiadas imágenes en un espejo roto, en el espejo roto de la conciencia. No importa tanto la resolución del enigma -previsible para quién le guste la literatura policíaca desde el primer capítulo-, como el desarrollo sostenido de la trama con sus complejos vericuetos mentales. La lógica de la locura se impone en estas páginas construidas como un ensayo novelado o como una novela ensayada. Al mismo tiempo Castilla del Pino realiza un  fascinante ejercicio de reconstrucción o recreación  mental de la población de Luengas, donde se desarrolla la historia. La descripción de la ciudad es casi tan importante como el desarrollo de la trama. Explica la opresión de los personajes, su modo de actuar. Es el contexto. Eso clásico orteguiano del hombre y sus circunstancias. No es una novela fácil de  leer, es exigente con el lector, pero a cambio cuando la acabas te sientes, en cierta manera, recompensado. Algo que toda obra literaria debería producir en el lector. La lectura como un modo de recompensa. Como un regalo de la vida.

sábado, 20 de diciembre de 2014

LIBROS PELIGROSOS JUAN TALLÓN



 Decir "Libros peligrosos" es como decir "Muerte mortal"; una redundancia. Todos los libros son peligrosos. O deberían serlo, al menos los buenos, los que contienen buena literatura y dejan huella o nos estallan en la cara o en las manos. La basura editorial que se acumula en las mesas de novedades y en los grandes almacenes de venta al por mayor de palabras manufacturadas para el consumo " masivo o + iva", esos, para lo único que son peligrosos es para los bosques. La literatura no es un negocio, escribirla, vivirla, sentirla, pero su publicación sí que se  plantea como  un negocio. Así nos va. "Libros peligrosos" es una propuesta de lectura; una lista de esos cien libros que te llevarías a una isla si es que pudieras escaparte a una isla o naufragar en ella. O puede que sean más de cien. ¿Importa el número?  ¿Importa que sea una lista? ¿Sirven para algo las listas? Incluso si son una propuesta de lectura personal y arriesgada. Podrían ser estos  libros que nos propone u otros. Un libro por autor o un autor por libro. Al elegir el libro nos llevamos al autor completo o a la inversa. El seleccionador es consciente de ello. Son sus lecturas, las comenta y elije el orden en el que las comentan. El orden es importante. Nada de orden cronológico. Nada de orden por materias o por temas o países. No. Las dispone como en un edificio de vecinos. Unos autores junto a otros, unos libros pegados a otros, conviviendo página con página como quien vive puerta con puerta. Hay convivencias gozosas, vecinos extraños, relaciones tempestuosas y algunas incestuosas. William Faulkner y Mientras agonizo está entre Pedro Páramo de Juan Rulfo y los Diarios de Alejandra Pizarnik. Extraños en un tren de Patricia Highsmith viene precedida de Crimenes ejemplares de Max Aub y antecede a Crimen y castigo de Dostoievski, incómodo vecino de La señora Dalloway de Virginia Woolf. Monsieur Teste de Paul Valery y Blonde de Joyce Carol Oates hacen una extraña pareja de baile y no digamos nada si se convierten en trío incluyendo Una vida de Pierre Menard de Michel Lafon. Se podría opinar que Tallón se ha dejado llevar por el mero capricho personal a la hora de ofrecernos, confeccionar, esta antología literaria para lectores incipientes e impaciente, pero aunque así hubiera sido no hubiera pasado nada. El capricho el el cincuenta por ciento de la literatura. Sin embargo, el autor no actúa por mero capricho sino que organiza el material previo plan trazado con rígida mano, no de hierro sino de acero inoxidable. Como buen narrador nos cuenta una historia.  La urde ante nuestros ojos. Nos la muestra. Logra encadenar unos autores con otros y unos libros con otros de tal manera que es difícil una vez leída la antología, la lista, que al pensar en La pasión según G. H de Clarice Lispector no pensemos  después en Francisco Umbral y en La noche que llegué al Café Gijón. Así es la literatura. Asociaciones ilícitas. Encuentros inesperado al volver la páginas. Los poetas conviven con los narradores. Y estos con los filósofos. Las citas están muy bien elegidas. Describen esa cosa negra y viscosa que es el alma humana de la que tanto se ocupa la literatura, la buena literatura, la que abunda poco. Dice un personaje de Onetti: Cuando me presentan a alguien me basta saber que es un ser humano para estar seguro de que peor cosa no puede ser.  Dice otro personaje de W.Faulkner: Recordaba que mi padre solía decir  que la razón para vivir era prepararse para estar muerto durante mucho tiempo. Adoro las citas. Adoro a Faulkner y a Onetti y a Quim Monzó y a Anne Sexton y a Fleur Jaeggy y a  Lorrie Moore y a Cioran y a Clarice Lispector. Y Claro a John Fante y a Natalia Ginzburg. Esta antología de libros peligrosos está repleta de frases brillantes, propias y ajenas, que nos salen al paso como la calderilla de la literatura. Y esa calderilla de la literatura es la que nos ayuda a sobrevivir día a día a los pobres indigentes lectores. El fracaso es siempre inevitable. No digamos cuando está precedido del éxito, que, por otra parte, es relativo. Qué quieren que les diga, pues que lean "Libros peligrosos" tanto la antología recomendada por Juan Tallón como los libros que se citan en ella porque leer no nos salva pero nos pone en el camino de la salvación y porque la buena literatura, apetezca o no, siempre produce algún género de molestas. Y no conviene acomodarse. Cuando te acomodas, te mueres durante mucho, mucho tiempo.