jueves, 17 de abril de 2014

GRAN HOTEL BUDAPEST WES ANDERSON


Wes Andereson [Houston, 1969] nos sorprende con "El Gran Hotel Budapest". Una falsa comedia romántica o un falso drama de entreguerras con un riguroso, divertido y desacomplejado reparto de lujo asiático: Jude Law, Ralph Fiennes, Adrien Brody, F.Murray Abraham, Edward Norton, Tilda Swinton, Mathieu Americ, Harvey Keitel, Saoirse Ronan...Mal debe estar el asunto del trabajo para actores consagrados cuando grandes actores aceptan papeles que dos líneas aunque sea en una gran película como ésta. Ya lo he dicho. Gran película, grandes actores. Y no lo digo por su duración [99 minutos] ni porque ostente este calificativo en su título. Ni "Gran hotel" dirigida por Edmund Goulding en 1932,  con Greta Garbo y un reparto de campanillas y que duraba nada más y nada menos que 115 minutos ni "Hotel internacional" de 1963 con Elizabeth Taylot, dirigida por Anthony Asquith y que duraba 119 minutos me parecen grandes películas. Los hoteles son lugares de paso donde es fácil configurar microcosmos orgánicos de una sociedad en descomposición. A Wes Anderson le ha salido un microcosmos maravilloso y seductor, como su protagonista, y una parodia de un mundo que desaparece delante de nuestros ojos; quizás como está desapareciendo ese dichoso estado del bienestar que teníamos hace unos años. La sociedad avanza y no siempre es para mejor. La sociedad es un monstruo que se devora a sus hijos, a los hijos que la sostienen y la mantienen. Esta comedia dramática, ya que no está exenta de muertes mil, algunas bastante imaginativas, que tienes el robo de un cuadro como Mcguffin y el aprendizaje de la vida como tema esencial es un cautivador juego de cajas chinas con sorpresa o de muñecas rusas sorprendentes. Se recrea un mundo dentro de un mundo dentro de una mundo. Avanzamos de adelante hacia atrás. Desde la niña que lee "El gran hotel Budapest" junto al busto del autor de la obra, hasta el despacho del propio autor de la obra que incordiado por su nieto nos cuenta cómo conoció a la persona que le contó la historia y desde ese hotel Budapest en decadencia ya se nos habla de los hechos principales que conforman esta divertida  y sutil parodia adornada con una música estupenda de Alexander Desplat. Dentro de ella uno pierde el sentido del tiempo, que no del ritmo. Y de paso el espectador comprende también algunos de los mecanismos que mueven al mundo: el dinero y el sexo, claro. Y que a veces la nostalgia ayuda a sobrevivir porque los sentimientos son más importantes que el dinero: el dueño de el gran hotel Budapest ya ruinosos e improductivo conservándolo solo para mantener el recuerdo de un amor y de una amistad. Una forma de entender el mundo poco actual.  Al final se nos avisa que la historia está ligera y librementemente inspirada en los escritos de Stefan Zweig [1881-1942]. No podía ser de otra manera. Quizás este escritor judío austriaco y suicida no escribió ninguno de los hechos que se narran en la película, pero su espíritu, el de algunas de sus obras y especialmente el de "Die Welt von Gestern" [1942], "El mundo de ayer" su nostálgica, crítica y humanística autobiografía,  atraviesa la sustancia de "El Gran Hotel Budapest". 

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