domingo, 26 de enero de 2014

NYMPHOMANIAC VOL II LARS VON TRIER


Llega puntual al segunda parte de la a ratos perturbadora y a ratos meditabunda "Nymphomaniac". Quienes esperaban más sexo obtienen más sexo, pero no sexo como gratificación y disfrute.  Si en la primera parte la vida sexual de Joe contada por ella misma adquiría dimensiones exultantes y a ratos liricos por todo lo que implicaba de liberación individual, de aceptación de nuestra propia idiosincrasia sexual y del único instinto que la hipócrita sociedad en la que vivimos es incapaz de dominar y domeñar. En esta segunda parte tanto lo que se nos cuenta como la forma de ser contado es mucho más oscura. Uno puede sacar la impresión de que Lars von Trier nos sermonea sotto voce. Ni la sociedad actual ni los personajes que la habitan salen muy bien parados de este retrato sexual en negro carnal por así decirlo. No recuerdo si es la protagonista o no la que en un momento dado afirma que la principal virtud del ser humano es la hipocresía. Somos seres a imagen de la sociedad que hemos creado. Nos otorgamos reglas para luego romperlas. Que a algunos timoratos puedan molestar o sobresaltar un primer plano de una polla erecta mientras la narradora relata como en la mil y una noches una historia de pederastia o la discusión entre dos hermanos negros medianamente dotados sobre quién se folla a la protagonista por delante y quien por detrás sería concederle a "Nymphomaniac" un poder revulsivo  y renovador del que carece. Lo importante está en las palabras. Lo que dicen los personajes es lo verdaderamente revolucionario. Claro que a veces se nos escapa el mensaje entre tanto cuerpo desnudo o entre tanta provocación con tendencia al horror vacui. Y luego ese final que no hace sino corroborar los capítulos anteriores.  Uno no sabe bien si aplaudir a Lars  von Trier o mandarle a paseo.  Claro que tanto para aplaudir como para denostar es necesario haber visto la película. Y eso no está al alcance de todos. Algunas mentes son demasiado estrechas para pasar por esa puerta. 

sábado, 25 de enero de 2014

AGOSTO JOHN WELLS / TRACY LETTS


Podría afirmar que me ha gustado "Agosto" [2013] John Wells, pero quizá no tanto como hubiera podido gustarme. Uno ve el potencial dramático de la obra de teatro y  comprende que la película se queda corta, muy corta; casi si vuelo a pesar de la encomendable aportación de sus interpretes. Hay tantas sugerencias desaprovechadas, que uno piensa en lo que hubiera podido y no es. Sin embargo tenemos lo que tenemos. A Mery Streep en plan Meryl Streep versión Elizabeth Taylor / ¿Quién teme a Virgina Woolf? O sea en plan estrella desaforada y sublime y maravillosa y divina de la muerte a pesar de aparecer con el cabello casi al rape por la quimioterapia del personaje y un jersey oscuro  arrugado y con manchas y una pelucas imposibles. Ella es la estrella del espectáculo. Todo gira a su alrededor. Ella es la madre, la gran devoradora y castradora de la función. Un personaje digno de Lilliam Hellman. Baila, grita, insulta, vomita, es adicta a los fármacos, se  pone gafas de sol y lo sabe todo. Todo. Qué terrible palabra. Saberlo todo, incluso los pequeños secretos de familia. Es Violet. Un nombre muy apropiado. Se podría ver un eco lejano de la Violet Venable de "De Repente el último verano"[1958] de Tennessee Williams. Otra madre castrante y dominante.  Por cierto en la película dirigida por Joseph L. Mankiewicz sobre esa obra también andaba la Taylor, aunque la madre fue mi adorada Katharine Hepburn. A lo que iba. Qué hay muchos teatro y del importante detrás de "Agosto". No me olvido de la influencia principal: Eugene O´neil y su doloroso e íntimo "Largo viaje del día hacia la noche" [1941]. Y que casualidad la madre drogadicta de la función cuando la obra fue adaptada al cine por Sidney Lumet fue también Katharine Hepburn. Lo importante de "Agosto" no es solo lo que se dice, sino lo que no se dice; lo que queda entre líneas. Y se dicen bastantes cosas y bastante crueles y duras. Pero son la sugerencias las que dotan de fuerza toda la podredumbre y la mierda  que los personajes principales se echan los unos a los otros. Madre adicta a los fármacos. Beverly, el padre profesor y poeta alcohólico y suicida. Tres hijas con una infancia difícil que intentan sobrevivir cada una a su manera. Dos que se marchan, una que se queda pero que también desea marcharse y se ha enamorado de su primo. Un cáncer. Barbara la hija díscola y con talento, la gran decepción del padre según la madre, con un matrimonio fracasado por la infidelidad del marido con una chica más joven, pero intentando aún aferrarse a los restos aunque no sirva de nada. La hija desorientada. La hermana  descarriada interpretada por una  Juliette Lewis zarandeada por la vida, que en "El cabo del miedo" [1991] interpretó un papel similar al de la hija adolescente de Julia Robert. Un entramado de celos, decepciones, engaños, culpas y traiciones. Y de fondo la soledad y la desolación humanas. Dos personajes totalmente desaprovechados que daban a para una obra completa ellos solos son la hermana y el cuñado de Violet. Pero eso sería obra obra. Desde luego la familia será la base de la sociedad, la célula primigenia, pero en una sociedad como la actual, las familias no son una solución, sino un problema. Nunca los han sido, pero ahora menos que nunca. Como bien afirma uno de los personajes de la película, las familias apenas la componen unos seres que han nacido allí por casualidad. El concepto de seno familiar es una estupidez. Y como afirma el padre poeta refiriéndose a un verso de T. S. Eliot: La vida es muy larga. 

sábado, 18 de enero de 2014

KEEP THE LIGHTS ON, IRA SACHS

Continúo con mi tendencia a ver el cine en casa en DVD. Sobre todo el que no se estrena en los cines. Le toca el turno a "Keep The Lights On" dirigida por Ira Sachs en 2012. Otra historia de amor entre dos hombres, pero a diferencia de "Weekend", esta historia dura algo más de un fin de semana. Una década.  El encuentro de los personajes masculinos no es muy diferente del encuentro producido en "Weekend". Unos ligan en un bar y los otros quedan por teléfono para follar. Sexo. Nada que objetar. No hay muchas esperanzas de repetir, pero reinciden y al final se van a vivir juntos. Y claro comienzan los problemas. La convivencia genera roces y disensiones. ¿Pero quién dijo que los gays no  tienen problemas y menos si viven o conviven en pareja? Por los visto la homosexualidad es el colmo de la vida despreocupada. "Keep The Lights On" intenta desmentir esto. O no.  Los gays felices son una utopía. Supongo que como las parejas heterosexuales felices.  La felicidad es una utopía. Si se trata de amor el equilibrio es difícil y complejo. Si se trata de sexo, estamos al cincuenta por ciento.  Los gays y los heterosexuales. Tanto da. Lo que si me molesta y mucho es esa asociación gays y drogas que se da tanto en "Weekend" como en la película de la que hablo. Drogas, porros, crack...de todo un poco. No digo que la imagen no responda en parte a una realidad. Cualquiera que viva la noche lo sabe, pero la asociación termina siendo un tópica, que no es lo mismo que utópica. El reparto está bien, la música es excelente. Y de fondo la eterna compañera de cualquier persona -hombre o mujer- que no se limite a pasar por la vida sino que piense en el sentido de la vida: la soledad. La eterna soledad. Nacemos solos, morimos solos. Y casi se podría decir que vivimos solos, aunque nos engañemos matando el tiempo que nos mata con cenas, comidas, cine, música, literatura o sexo. La vida es un contrato en desventaja. Sobre todo para los hombres que aman a otros hombres. Por descontado en versión original con o o sin  subtítulos como en una sesión de cine de arte y ensayo.

lunes, 6 de enero de 2014

EL MUÑECO DE NIEVE JO NESBO


Termino el año con Jo Nesbo [Oslo, 1960] y su policía de andar por casa: Harry Hole. Me gusta Nesbo como escritor. Como cantante no puedo opinar. Me gusta Hole como personaje. Y sobre todo me atraen los argumentos que diseña el autor noruego. Argumentos complejos, sólidos, crueles y alambicados  donde existe eso que se llama la justicia poética. También me gusta que se intuya quien es el asesino antes de que el propio autor nos lo desvele. Nesbo no juega a esconder, sino que da mano y deja pistas para que le sigamos el paso e incluso nos adelantemos a él. Confía que la pericia y la bondad de la trama nos entretengan y nos obliguen a seguir adelante. Desde la primera entrega en "Petirrojo" [2000] he seguido las complicadas  y azarosas aventuras y desventuras de  Harry Hole en "Némesis" [2002], "Estrella del diablo" [2003], "El redentor" [2005] hasta la actual " El Muñeco de nieve" que es de 2007. Quedan tres más por traducir.  Las esperaré con ansiedad. La serie es adictiva y autodestructiva, aunque corremos el riesgo de ir perdiendo partes del detective en cada nueva entrega y que la final se nos quede en nada. Esta vez ha perdido un dedo y parte de otro. Por lo menos la parte alcohólica la ha controlado bien y al menos recupera al amor de su vida. Por el momento.Me gusta la imagen de Nesbo y su manía de introducir canciones en los argumentos. Me gusta que los finales no sean del todo felices y los personajes secundarios. Incluso si son negativos.  Me gustan la tristeza y la soledad que se respira. Y por supuesto me entusiasma la radiografía social, moral y política y económica de una sociedad tan moderna y avanzada como es la Noruega. Y esos apartamentos lóbregos donde malviven los personajes. Incluido el propio Harry Hole. Ya saben quinientas páginas de un  tirón y sin desperdicio.