lunes, 23 de diciembre de 2013

ANTOLOGÍA DE SPONN RIVER EDGAR LEE MASTERS


Meses. Llevo meses arrastrando la "Antología de Sponn River" de Edgar Lee Masters [Garnett 1868-Melrose Park 1950] de una ciudad a otra los fines de semana. Cierto son 370 páginas. Pero esa no es la causa. Hay libros difíciles. La antología de Lee Masters lo es, a pesar de que en su momento se consideró un best seller literario. Algo inusual en poesía.  Se publicó  en 1915. Son en torno a 250 epitafios. Doscientos cincuenta epitafios son muchos para leerlos de seguido; a pesar de la variedad. Atención, un libro de poesía compuesto de epitafios.  Una revisitación americana de la Antología Palatina. Cada poema lleva por titulo el nombre de un personaje. Son monólogos, casi siempre paradójicos. Abunda la ironía y la critica social. Masters dibuja un  completo y complejo mapa  de una sociedad en momento dado. Los poemas se leen como una crónica social de la época. Dan la impresión de ser microrrelatos poéticos. Epitafios en primera persona donde se airean las miserias del difunto. Lo que somos, lo que deseamos ser, lo que aparentamos ser, lo que al final queda de nosotros. Nuestro epitafio. Abundan los apaños sexuales y los líos políticos y los trapicheos económicos. Como la vida misma. La edición completa la ha publicado Bartleby Editores con traducción de Jaime Pride. Uno puede elegir los epitafios que más le gusten. Los personajes epigrafiados pertenecen a todas las clases y categorías sociales. Algunos mueren antes de tiempo otros viven longevas vidas. Hay marido y mujeres, padres e hijos. Cada fallecido deja una moraleja en su epitafio. Seth Compton nos asegura que Nadie sabe qué es la verdad/ si no sabe que es la mentira. Elizabeth Childers exclama que ¡ La muerte es mejor que la vida!  Para Ernest Hyde Un espejo agrietado no refleja imágenes. Para Sexsmith, el dentista La moralidad es el hueco de una muela/  que se rellena con oro.  Para Margaret Fuller Slack ¡El sexo es el azote de la vida!   Y según Lucinda  Matlock Hace falta vida para amar la vida. De eso nos hablan estos muertos en sus epitafios, de la vida, ahora que ya la han perdido. Lee Masters debió de pasárselo en grande escribiendo estos poemas en verso libre. Su vida no fue mucho mejor ni más ejemplar que la de algunos de los personajes inventados de esta antología de Sponn River. Treinta años como abogado, dos matrimonios infelices, veinte años malviviendo en una habitación del mítico Hotel Chelsea. Un gran éxito poético que nunca más fue refrendado por sus libros posteriores. La amargura, la frustración, la bebida.  La decadencia. Sin embargo a fecha de hoy esta antología de Sponn River está más viva que nunca. Como muestra un fragmento: ¿Por qué surgen siempre  los grandes conflictos/ de las cosas más pequeñas y no de las que valen la pena?/ Si los hombres siempre han de obrar de la misma manera, / si el ron ha de ser el medio de liberarse/  de la negación  de la vida y de la esclavitud, entonces, pues vale...¡que me den ron! Pasen y beban el ron de esta poesía moderna y social al mismo tiempo. Si fue un best seller fue por algo y ese algo continua latiendo en estos versos colocados como flores frescas sobre las tumbas de los muertos.

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