domingo, 17 de noviembre de 2013

PERSONAS COMO YO, JOHN IRWING


Tenía mis prevenciones. Ya saben todo eso de ser un autor de libros adaptados al cine tipo  Las normas de la casa de la sidra, Una mujer en difícil, El mundo según Garp....pero el tema de la última novela de John Irwing [Exeter, 1942], la que hace la número trece,  me interesaba más que otras consideraciones previas sobre las bondades literarias y cinematográficas del autor. Al final uno lee por intuición y por convicción y porque le da la gana. La novela de casi 500 página es absorbente de principio a fin, aunque quizá anticlimática en la parte final. El adjetivo que debería emplear para ensalzarla sería apasionante. Absolutamente, apasionante. Luego, tirando de diccionario letra por letra cabría añadir: brillante, culta, delirante, emocionante, feroz, gozosa, honesta, irónica...y un largo etcétera. Podrían cambiarse los adjetivos, pero los admite casi todos. Para alguien que haya leído alguna de las novelas anteriores de Irwing, puede que "Personas como yo", no sea ni tan apasionante ni tan brillante ni todo lo demás. Puede que solo sea más de lo mismo, otra más, no muy diferente de la anterior; pero puede que eso no sea malo. Nunca me cansaré de repetir esa gran verdad repleta de mentira que es esa generalización, quizá  procedente de la entrevista de  F.Trufaut a Alfred Hitchcok, donde se afirma que un artista siempre repite el tema de su primera obra con ligeras variantes. Da igual que sea pintor, escritor o cineasta. Independientemente de que "Personas como yo" se vea como una variante de novelas anteriores con el mismo esquema,  la novela tiene su morbo. Hay un hombre que recuerda  su vida, especialmente, su infancia y adolescencia. Es escritor, tiene la misma edad que el escritor que escribe la novela y sus vicisitudes suceden más o menos por los mismos lugares y en la misma época en la que sucedieron las del autor. El pueblo se llama First Sister, Vermont. Salen personajes, el padre-padrastro y el tío que ya habían salido de otra manera en novelas anteriores; el  personaje de la madre no sale bien parado, el padre de verdad está ausente, se tarda tiempo en buscarlo o no se le quiere buscar. Concomitancias con "Hasta que te encuentre" [2005] 900 páginas.  Claro, y está Dickens, Charles Dickens y sus novelas. Que están en casi todas las novelas del autor. Pero también están Flaubert y Madame Bovary, y Shakespeare en diferentes versiones de sus obras teatrales -Romeo y Julieta, La tempestad, Noche de Reyes, y versos de Goethe y de Rilke, e Ibsen con Hedda Gabler y Casa de Muñecas y El pato Salvaje y Verano y Humo de Tennesse Williams y por supuesto está La habitación de Giovanni  de James Baldwin.  El argumento va sobre el despertar sexual de un  adolescente bisexual. La rima queda bien. Pero ese aprendizaje es mucho más que eso, abarca un concepto del mundo y del deseo y los afectos y el autor es capaz de equilibrar un tema  duro y con muchas aristas. La historia está contada en primera persona por el protagonista que no tiene porque caernos bien. Es demasiado autosuficiente, demasiado indiferente a casi todo, en exceso brillante como la novela,  y lo que de verdad sostiene el armazón de la trama no es la voz narrativa sino los personajes secundarios perfectamente dibujados pero abundantes y curiosos. El elenco de secundarios está encabezado por la señorita Frost, la bibliotecaria, el padre ausente William Francis Dean, el  apuesto padrastro Richard Abott, el abuelo dueño del aserradero y que en su tiempo libre interpreta personajes femeninos en las obras de teatro: Harold Marshall; la tía Muriel, el borrachín tío  Bob, encargado del departamento de admisiones de la Academia Favorite River,  el socio noruego del abuelo y director teatral aficionado Nils Borkman, la prima lesbiana Gerry, a quien  nadie llama Geraldine, la mejor amiga del protagonista Elaine Hadley y su sujetador, la madre de Elaine; Martha, una hippie adelantada a su tiempo, la travesti Donna,  la cantante suplente Esmeralda en una versión operística de Macbeth, el docktor Grau,  el poeta Larry Upton, el entrenador del equipo de lucha Herm Hoyt,  algunos de los estudiantes de la Academia Favorite River y sus familiares: Carlston Delacorte,  la madre de Delacorte, Tom Atkins, su hijo Peter,  Georgia Montgomery y como no, ese ángel/demonio que es Jacques Kittredge del que se enamoran por igual Elaine y el protagonista  Hay más, pero lo fundamental es como el autor maneja las vidas y las muertes de estos personajes a lo largo de la narración. Los huecos, las ausencias, las elipsis. Una vez entras en la dinámica de la narración el autor es capaz de hacerte comulgar con piedras de molino y de rizar el rizo de la casualidad.  En cierto sentido esta  novela  sobre encaprichamientos poco convenientes, bisexualidad, sida y teatro, es excesiva, barroca, polimorfa, truculenta. Una especie de representación al límite. ¿Pero qué es una novela sino un universo propio con leyes propias y coherentes? A partir de cierto momento uno no puede dejar de leer y aunque ya digo que el final es posiblemente lo más flojo de la historia, es un final coherente con todo lo narrado anteriormente. Termino con uno de los versos de Goethe que el protagonista traduce a Jacques Kittridge. Un verso que como el mismo  recuerda parece más un verso de Rilke que de Goethe: Der Kuss, der letzte, grausam süss / El beso, el último, cruelmente dulce.

No hay comentarios:

Publicar un comentario