sábado, 19 de octubre de 2013

INTERIOR AZUL, ANNA R. XIMENOS


Exterior día, interior azul. Podría ser la acotación de un guión cinematográfico. Me gustan las acotaciones y los cuentos breves. Por eso son cuentos, porque son breves. Los cuentos largos son otra cosa. Los de Alice Munro, reciente premio Nobel de Literatura,  de quien ya he escrito en este blog, son admirables, pero son algo más que cuentos. Están en otra categoría. Un cuento tiene que ser como una herida; un tajo en la mano o en la carne del corazón; un instante que duela, o una grieta en un muro sólido, que nos permita atisbar más allá del muro y del jardín que hay más allá del muro. "Interior azul" [2012, Fondo de Cultura Económica] de Anna R. Ximenos es un libro de relatos breves interpretados por mujeres. Podría ser el guión de una película feminista. Podría ser un collar de perlas antiguas tamizado por la mirada sutil y moderna de una escritora de hoy en día. Es desde luego, un homenaje. Al pasado,  a la literatura en especial, a las mujeres que de algún modo buscaron su propio camino en una época en la cual había pocos caminos para que las mujeres se desarrollasen como personas. Habla sobre la determinación femenina. Actualmente tampoco parece que haya muchos caminos para que los hombres y las mujeres se desarrollen como personas al margen de ese monstruo que hemos creado llamado sociedad de consumo competitiva o economía de mercado descarnada. Pero estaba escribiendo sobre los relatos breves de esta escritora nacida en Barcelona en 1972, que con solo un par de relatos publicados en la revista Zut ha logrado publicar su primer libro de cuentos. Son cuentos sobre personajes reales, lo que le añade un plus. El morbo de la literatura biográfica. Escritores que escriben sobre escritores. Una escritora que escribe sobre otras escritoras. Están entre el apunte leve, el ensayo enmascarado y la prosa poética.  Fluctúan. Se dejan leer, se dejan querer. Son 16 cuentos breves. 16 puñaladas a traición. 16 grietas. Podemos mirar y sin embargo no podemos apartar la mirada. La autora a elegido el instante concreto, el instante correcto que marca al personaje retratado. Los relatos-retratos están en función de un discurso narrativo propio. Las pinceladas son firmes, aunque el retrato a veces tiene veladuras, capas, elipsis. Las historias se pueden tomar como una carrera de relevos en la que un personaje le entrega la antorcha a otro y durante ese instante en el que la porta ilumina su vida.  Un destello. Podemos elegir quien entrega la antorcha a quién, aunque la autora ha establecido un orden, un criterio. Cada relato se adapta al personaje, al estilo literario del personaje. Se nota mucho en el dedicado a M. Duras. También en el de K. Mansfield. Los relatos carecen de título, son fragmentos de un discurso emotivo y reflexivo. Cada fragmento es perfecto en sí mismo. Algunas historias están contadas desde el exterior día y otras desde el interior azul de la nostalgia. Confieso que me gustan más los relatos contados en primera persona: J. Bowles, Colette, Mary Shelley, Dorothy Parker, K. Blixen. Supongo que es una deformación del carácter. Los monólogos interiores me pierden. Cuestión de gustos. Dice Noni Benegas que se trata de "un libro vivo, brillante y lleno de dulzura"·. Yo afirmaría que se trata de un libro sutil, meditativo y cómplice.  La elegancia literaria se sobreentiende. 

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