sábado, 2 de marzo de 2013

LA LUZ ESCONDIDA



 De repente me ha dado por recuperar poemas perdidos o dispersos, algunos inaccesibles al público, otros inencontrables,  aparecidos aquí y allá,  en revistas de fiestas, en revistas de poesía,  en antologías de premios sin distribución apenas o en antologías  temáticas para las que me solicitaron una colaboración. De algunos de ellos me había olvidado, no sé si para bien o para mal. Otros ganaron algún premio y ni siquiera llegaron a publicarse. Es extraño volver sobre tu obra años después. La mirada es radicalmente distinta. Ya no eres el que escribió ese poema. Eres otro. Es como el asesino que vuelve sobre sus pasos intentando explicarse los motivos del crimen, arrepentirse quizá. Quien retorna al poema es un asesino cansado, un poeta perseguido por la sombra de su propio fracaso existencial. En 2010 se publicó "La luz escondida" Una poética de los ángeles]  una antología coordinada por José Antonio Conde y Raúl Herrero  en la editorial Libros del Innombrable.  Entre los poetas seleccionados Miguel Labordeta;   Francisco Brines,  Mario Ángel Marodán,  Antonio Carvajal, Ángel Guinda,  Luis Alberto de Cuenca, Juan Carlos Mestre, Rosa Lentini,  Enrique Villagrasa, Agustin Calvo Galán, Maria Paz Moreno,  o Iván Humanes. Se incluía un poema mío que rescato aquí. 

          ARCÁNGEL
                                Muriérame yo, gladiador, arcángel, verte avanzar.
                                                                                            Ana Rossetti


          Marfil, el gesto adusto
          en la sedosa túnica del escalofrío.
          La mirada esculpida en fuego y en espejos.
          Muslos como columnas que sostienen un cielo
          de pájaros sedientos  de un azul transparente.
          La cabellera en oro derrama sus reflejos
          y en el escudo brilla, exquisita, de plata  la templanza.
          Crepúsculos los brazos
          y en la mano la espada que protege el sollozo.
          Lágrimas de sudor  le faltan a tu rostro
          para ser como el lirio empapado en rocío.
          Desde el marco barroco, en ámbar atrapado, 
          eres el centinela de tálamos nupciales
          y de lechos furtivos donde cruje  la piel de los amantes
          mientras las manos tensan el arco del deseo.
          Tiránica condena, saberse inalcanzable.

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