jueves, 23 de agosto de 2012

ASESINATO EN EL SAVOY, SJÖWALL Y WAHLÖÖ

No es la primera vez en este blog que escribo sobre  el matrimonio de escritores policíacos y "comunistas confesos" formado por  Maj Sojöwall y Per Wahlöö. La otra vez fue de manera general a causa de la impresión que me produjó la lectura de la primera de las diez novelas que escribieron a cuatro manos. Ahora voy por la sexta y lamentaré que la serie se termine. Asesinato en el Savoy [1970]. La novela es tan actual que parece escrita ayer mismo por la mañana. Y es actual porque el tema y el análisis del tema son no solo acertados sino de candente actualidad. La novela es amena, que es lo menos que se le puede pedir a una novela policíaca. Y además ágil y divertida. Su galería de personajes, certera. Comenzado por el taciturno inspector Martin Beck. Aquí nadie es perfecto. Y menos que nadie los investigadores del asesinato del magnate sueco Viktor Palmgren. Por supuesto hay que leer la serie en continuidad porque los personajes saltan de una novela a otra, evolucionan, cambian, se casan o se separan o mueren o tienen hijos o se enamoran.  Algunas de las páginas de esta novela podrían salir de un periódico escrito esta misma mañana en este país nuestro arrasado por políticos de tres al cuarto y empresarios de menos de tres al cuarto y sindicatos que ni fu ni fa. Un botón de muestra bastará: " La delincuencia, en sus diferentes manifestaciones, proliferaba más que nunca  en el caldo de cultivo  que le proporcionaba la llamada  . // Las razones de ello estaban envueltas en la niebla, al menos para los gobernantes y para los expertos en quienes se había delegado la delicada misión de procurar que la sociedad funcionara más o menos sin fricciones.// Tras su espectacular fachada topográfica...Estocolmo era en realidad una auténtica jungla urbana...donde ususreros sin escrúpulos, de forma completamente legal se lucraban con la pornografía más sucia y repulsiva; donde crecía como la espuma el número de delincuentes profesionales, cada día mejor organizados. Además, comenzaba a surgir, especialmente entre los más ancianos, una nueva forma de proletariado depauperado; la inflación había puesto los precios por la nubes y los últimos estudios revelaban  que muchos pensionistas se veían obligados a comprar comida para gatos y perros para salir adelante.// El aumento constante del alcoholismo -que siempre había sido un problema- y la delincuencia juvenil sólo sorprendían ya a los  responsables de los ministerios y a las personas del gobierno.//...//Con el beneplácito de los urbanistas, las grúas de los especuladores inmobiliarios y las excavadoras ...habían arrasado la mayor parte de la vieja arquitectura, dejando sólo unas cuantas reservas culturales que resultaban más bien patéticas....". Vamos como escrita hace diez minutos. Especialmente macabro el apunte de los pensionistas, pero quizás aquí lleguemos a algo similar. Y no solo con los pensionistas. Ya veremos este otoño caliente que nos espera y la famosa navidad del año 2012.  Cuarenta años después el análisis de los males del capitalismo sigue siendo el mismo. Gobierne quien gobierne. Quizás el problema está en los que ejercen su derecho a votar.  La gran mentira, la gran trampa de la democracía está en afirmar que el pueblo nunca se equivoca. Pues sí, habrá que reconocer que a veces el pueblo también se equivoca y se deja engañar. Y también que puede rectificar.

lunes, 20 de agosto de 2012

SILENCIO DE HIELO

Cómo puede uno perder el interés por algo que se ha amado y de lo cual pensábamos que nunca podríamos desprendernos. Eso me ha ocurrido a mí con el cine. Las carteleras solo me invitan al bostezo. Y no es que no se rueden películas interesantes, el problema es que no se distribuyen  o si se distribuyen no suelen llegar a los cines. Entre eso y la subida del IVA que se aproxima creo que voy a dejar de visitar definitivamente las salas de proyección. Me resignaré a ver cine antiguo. Sin embargo, de tarde en tarde aún puede uno acercarse a una sala y ver por ejemplo ésta  más que estimable "Silencio de hielo" ` película alemana  rodada en 2010 por Baran do Odar y basada en una novela de Jan Costin Wagner. No todo lo que viene de Alemania tiene que ser malo por naturaleza. El título castellano no da muchas pistas sobre el tema y desde luego no coincide con el original "Das letzte schweigen".  Es un thriller que tiene poco de thriller. Es decir, interesa menos la investigación que las repercusiones psicológicas de los hechos acaecidos en los diferentes personajes de la trama: el policía retirado que investigó el primer crimen, el policía viudo que investiga el segundo, la madre de la primera niña muerta, los padres de la segunda niña desaparecida y por supuesto el asesino y su secuaz. No rompo ningún secreto. El primer crimen se visiona al comenzar la película y desde el principio conocemos la identidad de los pedófilos. ¿Dónde está entonces el atractivo del film? Pues en la manera de narrar la historia. En esos campos de trigo luminosos, en la forma de  sacar un coche de una cochera con una vista cenital, en la perturbadora imagen del policia que debe llevar la investigación durmiendo ataviado con el camisón de su mujer muerta, en el rostro inexpresivo de la madre de la primera niña muerta, en la pasmosa tranquilidad emocional del asesino. Porque "Silencio de hielo" es una película sobre la culpa. La culpa no asumida y la culpa asumida. Un concepto de culpa que poco tiene que ver con la culpa cristiana, donde el perdón de los pecados es un salvavidas tranquilizador que nada tiene que ver con el concepto de culpa en paises puritanos o en paises donde se produjo la reforma luterana. Hitchcock intentó aproximarse al tema de la culpa desde el ambito cristiano en "Yo confieso" [1953] de una manera similar. El del sacerdote que debe asumir con su silencio la culpa del asesino.  La culpa individual. Aquí hay un culpable que actúa como si fuese inocente y un colaborador necesario que carga con la culpa del culpable. Hay padres que se sienten culpables e intentan perdonarse y madres que no acaban nunca de perdonarse. La música es demasiado evidente y el final quizás no fatisfaga al espéctador actual, pero es el final más lógico y desolador. Porque la película también es una película sobre la soledad humana, sobre la soledad de ese monstruo que todos llevamos dentro y que tan bien describió Kafka en "La metamorfosis".