lunes, 30 de enero de 2012

LA TERCERA GUERRA MUNDIAL, ISMAEL GRASA

En algún momento del presente siglo conocí a Ismael Grasa [Huesca, 1968] Quizás en alguna lectura organizada por el Museo Ramón Gaya. En algún momento, leí "Días de China" [1996]. guardo un grato recuerdo de aquella novela, especialmente de su sentido del humor. Un humor frío, distante, sardónico y mordaz. Rescato ahora de mi mesita de noche una novela que ha esperado demasiado tiempo su momento: "La tercera Guerra Mundial" [Anagrama, 2002]. Mejor tarde que nunca. La he disfrutado despacio. La he leído a plazos que es como merece leerse una novela corta, minimalista. Es una novela sobre un tiempo de incertidumbres que yo también viví: los primeros tiempos de la democracia española; sobre sus ritos y sus rutinas. El autor acota el tiempo a través de la introducción en el texto de hechos relevantes del momento histórico. Es una novela en pretérito imperfecto. Salen los guardaespaldas de Reagan, el presentador del programa "Bla, bla, bla", la familia de Jimmy Carter visitando el Museo del prado, los Somoza de Nicaragua, el teniente Colombo, los suicidas de la Guayana, los Reyes de España caminando por la Muralla China, la madre Teresa de Calcuta, Tip y Coll, Julio Iglesias y, también, salen los Pigmeos del Zaire que no salían en las diapositivas que ponía el misionero que ponía diapositivas sobre las misiones en África. Se nombran también muchas películas "Patton", "Grease", "Coge el dinero y corre", "El síndrome de China", "Kramer contra Kramer" y la serie "Holocausto". A pesar de todo "La Tercera Guerra Mundial" se lee sin nostalgia, sin falsa nostalgia. El panorama es desolador. El retrato de aquellos tiempos, levantado sobre la vida cotidiana de una familia de la época, presenta una España que no parece tan lejana a esta España de hoy, a pesar de que muchos adolescentes de hoy que pudieran leer esta novela podrían pensar que sucede en la prehistoria y en otro país. Tranquilos, pocos adolescentes de hoy se acercarán a "La tercera Guerra Mundial". La mayoría sería incapaz de leer un prospecto de aspirinas. A algunos les vendría bien leer la novela y el prospecto. Sólo conociendo de dónde venimos sabremos a dónde vamos. Así nos va. "La tercera Guerra Mundial" es la radiografía clarividente de un tiempo equivocado, de un pasado imperfecto que nos ha traído a un presente igualmente imperfecto.

lunes, 16 de enero de 2012

EL ESNOBISMO DE LAS GOLONDRINAS I


Siempre me he considerado un snob -como en aquella canción que cantaba Nacha Guevara-; un snob culto, pobre, desclasado e incalsificable, pero en los tiempos que corren y con la que está cayendo, me estoy replanteando el asunto de mi snobismo a ultranza. Después de escuchar al ínclito Mariano Rajoy en el discurso de investidura afirmando con firmeza y pedanteria digna de mejor causa que "promete decir la verdad [no toda la verdad y nada más que la verdad, sino únicamente la verdad, por supuesto la suya] aunque duela; sin adornos y sin excusas; llamar pan, al pan, y vino al vino" y releer en "El snobismo de las golondrinas" [2007] de Mauricio Wiesenthal la siguiente frase: Comportarse como un snob en todas las circunstancias de la vida ...es muy difícil. Por eso pueden distinguirse diferentes tipos de snobs, según sus especialidades....También existe un tipo de cateto snob que presume de ser sencillo y natural. Es una especie terrible, porque cuando te dicen "yo soy de los que llaman al pan, pan, y al vino, vino" te sueltan irremediablemente una grosería, estoy planteándome seriamente dejar de ser un snob, visto lo visto, y ser tan solo un ciudadano de a pie culto, pobre, declasado e inclasificable. Un ofendido más por la grosería política que tanto abunda en este país nuestro, o no tan nuestro vistas las diferencias y los agravios comparativos autonómios. Pues eso, que cada snob aguante su vela.

domingo, 8 de enero de 2012

ZONAS COMUNES, ALMUDENA GUZMÁN


No suelo escribir sobre poetas, salvo excepciones. Ésta es una de ellas. Confieso que leí "Usted"[1984] el primer poemario publicado de Almudena Guzmán [Navacerrada, 1964] hace mucho tiempo y que luego he seguido su carrera irregularmente, pero tengo que confesar que "Zonas comunes" su último poemario, con el que obtuvo el premio Tiflos en 2011, me parece extraordinario, para los tiempos que corren. Puro humor negro y [sur]realismo [a]social. Y para muestra un botón. Que ustedes lo disfruten.

Cuando a un hombre
se le echa de su trabajo
no sólo se altera el orden
económico y social
sino también el natural.

Es un árbol talado.

Y van cinco millones.

martes, 3 de enero de 2012

MAE WEST Y YO, EDUARDO MENDICUTTI

Hay que ver cómo pasa el tiempo. Día tres del año 2012. Comienzo el año con Mae West. O sea, Mae West y yo. No, no se trata de que haya estado viendo alguna de sus antiguas películas. Es una actriz que nunca fue santo de mi devoción. ¿Debería decir santa de mi devoción? Ya no distingo, con esto de lo políticamente correcto. No, se trata de la última novela de Eduardo Mendutti [Sanlúcar de Barrameda, 1948]. Lo cierto es que más que comenzar el año con esta novela, lo acabé. Contra el efecto PP nada como una novela de Medicutti. Quizás lo lógico es que hubiera releído "Una mala noche la tiene cualquiera" [1982] Desde luego, cómo pasa el tiempo. Creo que fue la segunda novela de este autor que leí. La primera fue "Siete contra Georgia" [1987]. A partir de ahí, leí todo lo que fue publicando el autor "Tiempos mejores" [1989]; "Los novios búlgaros" [1993]; "Fuego de marzo" [1995]; "Yo no tengo la culpa de haber nacido tan sexy" [1997] hasta "El beso del cosaco" [2000]. Incluso coincidimos en varias ocasiones. Primero en una conferencia que dio en el colectivo gay de Murcia y después de la cual compartimos cena y copas. Unos años después, en Tomelloso donde yo había obtenido un premio de poesía y él era el mantenedor de la fiesta y años después, en el Festival de cine de Alfaz del Pi, con motivo del estreno de la versión cinematográfica de "Los novios Búlgaros" dirigida por Eloy de la Iglesia. Pero fue comenzar el siglo XXI y perder el interés por la obra de Medicutti. Ya me había pasado antes con García Márquez, cuya breve "Memoria de mis putas tristes" [2004] todavía espera turno en mi mesita de noche desde hace años o con Vargas Llosa, de quien devoré en los años setenta y ochenta sus libros, incluido su teatro, pero a partir de un determinado momento dejó de interesarme, si exceptuamos algún que otro ensayo "La verdad de las mentiras" [1990]. Mi decepción con "El beso del cosaco" me alejó de uno de los escritores que más me divierte y con el cual mejores ratos he pasado. Su novelas o por mejor decir sus monólogos interiores en forma de novelas tienen la virtud de parecer sencillos ejercicios de pirotécnia verbal. Pero nadie habla como escribe ni a la inversa y detrás de estos textos hay un profundo trabajo de campo y una clara conciencia literaria. Un trabajo impecable, que unido a la ironía evita caer en el fácil sentimentalismo que algunos de los temas de sus propuestas narrativas rozan peligrosamente. Mendicutti lo fía casi todo al lenguaje y cuando le sale bien la obra es deliciosa. Esta vez ha acertado y posiblemente tenga que volver sobre "California" y sobre "Ganas de hablar" [2009] su dos obras anteriores. Con "Mae West y yo" he disfrutado como un cosaco lo que no pude disfrutar con "El beso del cosaco", valga la redundancia. Dos voces dialogan en monólogos alternos. La de Felipe Bonasera, dilemático y ventrílocuo y la de su próstata enferma a la que el autor ha bautizado como Mae West. Lo de hablar con la próstata está bien. Ahora lo de que la próstata te salga respondona es otro cantar, aunque exista el precedente de alguna película alemana con un pene parlante. Para los muy versados en cine clásico y en citas literarias, la novela es un entretenido pasatiempo, aunque puede que tanta cita agobie a ratos, sobre todo teniendo en cuenta que el argumento o la trama es relativamente leve. Una mínima puesta al día de "Muerte en Venecia" en el sur, o0 sea, en Villa Horacia Resort, con criada parlanchina estilo Thelma Ritter y una leve intriga intrascendente el caso Meneses para entretener al lector que necesite este tipo de entretenimientos añadidos. La habilidad de Mendicutti consigue llenar 260 páginas de interesantes meditaciones sobre el paso del tiempo, la muerte y la renuncia al deseo en los tiempos del cáncer de prostata aliñadas con sexo, cine y fantasía. El final es abierto, pero luminoso. Recomendable para los tiempos oscuros del alma que se avecinan.