lunes, 30 de mayo de 2011

LA VIDA COTIDIANA, DANIEL GASCÓN



La vida cotidiana [ediciones Alfabia] habla de la vida cotidiana. Y es difícil que un libro que habla de la vida cotidiana hable de la vida cotidiana y parezca que realmente está hablando de la vida cotidiana, porque a los que nos gusta la literatura sabemos que cualquier historia o narración literaria es una convención que raramente se parece a la vida que intenta reflejar. El libro de relatos de Daniel Gascón [Zaragoza, 1981] logra la proeza de que aquello que nos cuenta suceda delante de nuestras narices o de nuestros ojos y que, además, lo que se nos relata -que ha sido relatado otras mil veces antes- dé la impresión de que es la primera vez que te lo cuentan. Hay una notoria falta de énfasis en los argumentos casi sin argumento de estas historias casi sin historia. Son historias de giran en torno a la trivialidad y levedad de la vida; a la insoportable levedad de la vida que diría Kundera. La voz narrativa es única, irónica. Los relatos empiezan y acaban en sí mismos, pero dan la impresión de ser un todo, fragmentos de un todo unitario. El narrador es el hilo conductor de estas historias. El narrador escribe, publica libros, da clases de español en el extranjero y clases particulares de inglés a un homosexual enamorado, hace bolos literarios, trabaja como traductor a precio de saldo, trabaja en la televisión local, cambia de piso, cambia de novia, entrevista a una escritora que conoció mejores tiempos y a un escritor sobre el que está escribiendo un trabajo; tiene una exnovia con la que no acaba de romper, tiene una novia en San Francisco y novia inglesa y otras parejas o ligues puntuales repartidos a conciencia por los diversos relatos, acude a fiestas y acompaña a su madre a una manifestación en contra del establecimiento de una base de la OTAN en Zaragoza. Como se puede ver , el narrador lleva una vida cotidiana muy agitada. Una vida cotidiana de pequeñas mentiras sin importancia, como la última y larguísima película de Guillaume Canet. Pequeñas mentiras sin importancia que podrían ser indoloras de no ser porque, a pesar de la patina de humor con la que el narrador recubre sus andanzas, se intuye una dolorosa huida hacia delante, un querer escapar del tedio cotidiano. Los relatos de Daniel Gascón más que leerse, se respiran. Y ante la contaminada realidad política del país, he corrido rápidamente a la librería de la esquina y no he dudado en comprarme la reedición que la editorial Xordica ha realizado de su libro anterior "El fumador pasivo".


viernes, 20 de mayo de 2011

VIDAS VULNERABLES, PABLO SIMONETTI

Un amigo me recomienda "Vidas vulnerables" de Pablo Simonetti [Santiago De Chile, 1961] editada en 1999 y reeditada en 2010 por Verticales . En realidad, ya me había detenido en el libro tiempo atrás, pero no lo había comprado por falta de referencias. Imposible abarcar todo lo que se publica. Imposible leer todo, ni siquiera seleccionando. El libro de relatos es de lo mejor que ha caído en mis manos últimamente. Los relatos de Pablo Simonetti producen un efecto perturbador.Pertubadores es la palabra adecuada. Se tiene la sensación de estar asistiendo a una autopsia radical de las emociones y los sentimientos más hondos y oscuros del ser humano. Hay crueldad y ternura a partes desiguales. Los personajes son imperfectos en tanto que son humanos. Tal y como se titula uno de los mejores relatos "Sin compasión", así actúa el autor. Aunque esté de parte del personaje, no oculta sus sombras, sus inseguridades, sus errores, la mediocridad acomodaticia de sus vidas y sus deseos insatisfechos. Ningún personaje está a gusto en su piel. Ni el protagonista de "Santa Lucia", uno de los relatos más conocidos, y un relato que juega con las elipsis de modo magistral. Lo que se calla es casi más relevante que lo que se cuenta. Una perfecta aplicación de la teoría del iceberg aplicada al relato. Los personajes son inolvidables. Como el traductor Fabrizio Cardini, de "Peter Faraday", el adolescente inadaptado de "Impar", el Videncio Fuentes de "El final de los finales" o el Claudio Álamos de "Sin compasión". El gris predomina. Los deseos y la culpa se multiplican. La insatisfacción es el sentimiento prominente en la mayoría de las vida de estos personajes, que de algún modo siempre encuentran la forma de liberarse de la losa que los mantiene sepultados en vida; aunque el precio que hayan de pagar sea elevado. Y quien quede insatisfecho con los relatos, puede acercarse a las novelas del autor, o leer en la red, "Carta al homosexual desconocido".