martes, 23 de noviembre de 2010

DINERO GRATIS, CARLO PADIAL

Últimamente sólo compro libros de cuentos. Se dice que nadie lee cuentos, que nadie los compra, que son un veneno para las editoriales, pero la editoriales, incluso las no especializadas en relatos, no cesan de publicarlos. La conclusión es que se dicen muchas tonterías. "Dinero gratis" de Carlo Padial [Barcelona, 1977] publicado por la editorial Libros del Silencio es uno más de los libros de cuentos/ relatos que se publican. Y siendo uno más, es algo más. Desde el título se aprecia el humor socarrón y sarcástico del autor; aunque el cuento que da título a la colección, el más largo, no me parezca ni el mejor de todos ni el más conseguido. Sin embargo la tónica general de la musculatura del del libro es apreciable. El autor tiene ideas propias y eso es lo menos que se le puede pedir a un escritor que se lanza al ruedo literario. Tiene ideas propias y desparpajo y no se para en minucias a la hora de satirizar y dinamitar la hipocresía social y los convencionalismos de la sociedad que nos acoge entre sus brazos de compulsiva ramera capitalista. Padial entra en la narrativa como elefante en cacharrería y no le importan los daños colaterales. Así comienza " 11-S": "Se masturba frente al televisor, como cada día después de comer, viendo el telediario". No se puede negar que es un comienzo prometedor. El cuento no se viene abajo a pesar de hablar sobre las torres gemelas, el deseo insatisfecho y Britney Spears con las piernas abiertas. Aunque las piernas se parezcan más a las de Cristina Aguilera. "Odiar a un homeless" apela a la caridad bien entendida, sí, ésa misma que ya saben ustedes que comienza por uno mismo. "National Geographic" ejemplifica la perdida de ideales de los intelectuales presuntos y no tan presuntos con presunto y no tan presunto sentido de la culpa. Pero si tuviera que elegir un par de cuentos que destacar el conjunto serían "Higiene" y "Una persona normal". "Higiene" nos cuenta la historia de un hombre que se casa con una mujer que se pasa la vida limpiando. Se trata de un cuento que podría ser costumbrista, pero que presenta textura de cuento erótico. Se podría haber titulado también "Sexo", por ejemplo, y el resultado hubiera sido igual de hilarante. "Nunca pensé que pudiera decirlo, pero estaba harto de limpiar. Hasta entonces, siempre había creído que un hombre joven y sano como yo disponía de unas ganas de limpiar ilimitadas pero ahora me doy cuenta que todo tiene un límite...Uno no puede estar todo el día pensando en lo mismo" la metáfora es obvia, pero efectiva. "Una persona normal" comienza con una declaración de principios que es casi un informe médico: "El enfermo es un hombre de 32 años. Fue llevado a urgencias por la policía cuando intentaba entrar en un banco a pedir un crédito". Carlo Padial transforma la norma en excepción. Los enfermos son/ somos esa gente corriente que acepta las normas sociales sin cuestionarselas y sin plantearse una vida alternativa o si el tipo de vida es el que realmente desean llevar. Hay un cuento que trata sobre un hombre de abundante cabellera que siente la amenaza fantasma de la alopecia; hay un cuento con una excelente definición de un espécimen muy habitual en nuestra sociedad " el rumiante universitario"; hay una crítica acerada a los críticos de cine, a los camareros y al afán de limpiar del mundo de porquería cuando somos incapaces de limpiar literalmente la mierda de nuestra propia casa. Impagable ese padre que en un relato le baja a su hija veinteañera los pantalones de piel de vaca portuguesa dejándola con unas bragas rosas con rayitas fucsias y con una inscripción a la altura del pubis donde se puede leer EAT ME. Brutalidad y ternura se alían a partes iguales en un libro que estalla entre las manos página a página. Y que si no estalla, al menos nos hace que estallemos a carcajadas. Todo un logro para los tiempos que corren.

sábado, 13 de noviembre de 2010

ROMPECABEZAS



















Aunque procuro no escribir sobre poesía y poetas, esta vez voy a hacer una excepción a la regla. La vida es un compecabezas, un puzzle donde las piezas nunca terminan de encajar. Siempre imaginamos que una situación será de una manera y termina siendo de otra. Eso es la vida, una lucha entre la realidad y el deseo, como muy bien intuyó Cernuda. El miércoles pasado pedí salir media hora antes del trabajo para poder asistir a una mesa redonda celebrada en Orihuela sobre la figura de Miguel Hernández, organizada por la Fundación Pablo Iglesias, dirigida por Salvador Clotas. La Mayoría de los poetas que asistirían me interesaban. El público escaso, como era de esperar, aunque el cartel poético era de altura: Ana Isabel Conejo [Tarrasa, 1970] autora de poemario como "Vidrios, vasos, luz, tardes "[Rialp, 2004] o "Rostros" [Hiperión, 2007], pesario que llevé para que me lo firmara. soy adicto a la firma de libros, quizás por eso no entra en mis planes el asunto del libro electrónico; Antonio Lucas [Madrid, 1975] autor de "Lucernario" [1999] o el reciente "Los mundos contrarios" [2010] y a quién conocí hace muchos años, aunque él no creo que lo recuerde en otra mesa redonda en Murcia, donde también estaban Álvaro García, Eduardo García y Pablo García Casado; mi buen amigo José Luis Zerón, uno de la grande conocederoes de la figura de Miguel Hernández y un poeta silencioso y pesimista; Julieta Valero [Madrid, 1971] con una obra breve pero intensa "Altar de los días parados "[2003] y "Los heridos graves" [ DVD, 2005] ; y Joaquón Pérez Azaustre [Córdoba, 1976] autor de varias novelas "América" [Seix y Barral, 2004] y "El gran Felton" [2006] y de quien llevaba para que me firmara dos de sus poemarios, entre ellos "El jersey rojo" [Visor, 2006] y que prácticamente al día siguiente obtuvo el premio Loewe con el poemario titulado "Las Ollerías". Un cartel de lujo, un tema interesante y sin embargo, las cosas nunca salen como uno espera. El acto fue impecable, tengo que decir que el texto que leyó Julieta Valero fue el que más me gustó, puede que porque si yo hubiese tenido que escribir un texto sobre el tema hubiera escrito algo por el estilo. Además su forma de recitar es magnífica. Y si digo que la vida es como un rompecabezas, es porque aunque el miércoles la pieza debía encajar en el hueco previsto, no terminó de hacerlo. Y salí del acto con la misma decepción que me acompaña últimamente en todo cuanto hago. Posiblemente se deba a algo tan absurdo como el paso del tiempo. Alguien diría que son cosas de la edad, de la edad, que no perdona.


lunes, 1 de noviembre de 2010

LA ESTRELLA DEL DIABLO, JO NESBO

Ya les había hablado en noviembre del año pasado del escritor de novelas policíacas Jo Nesbo [Oslo, 1959] a raíz de la publicación en España de su segunda novela [Némesis]. Acabo de leer "La estrella del Diablo", publicada por RBA. A pesar de que después de tres novelas con los mismos mecanismos narrativos debería estar ya cansado del inspector Harry Hole, sus borracheras épicas, su sentido de la culpa por la muerte de su compañera, su pánico a los ascensores y su desarraigo existencial, lo cierto es que las aventuras y desventuras de este comisario de policía que intenta rehacer su vida familiar y profesional, al tiempo que busca recuperar su dignidad mediante la venganza me siguen atrapando de tal manera que las quinientas páginas de la última novela de Jo Nesbo publicada aquí, se me han evaporado de las manos en un par de días de lectura compulsiva. Los secundarios de esta novela son de lujo: el jefe del grupo de delincuentes violentos, Bjarne Moller; la investigadora de la científica Beate Lonn; y el comisario Tom Waaler. Y claro está, el desolador paisaje urbano. Hace tiempo que pienso que la novela policíaca es la única novela actual que es capaz de reflejar la realidad social y criticarla a la vez. Siempre ha sido así, pero actualmente más. Está novela de Jo Nesbo, me confirma en mi hipótesis. Nada mejor que una buena novela policíaca para hurgar en las heridas del cadáver de la sociedad en descomposición en la que actualmente vivimos y donde los corruptos van de políticos políticamente correctos, o sea, de ladrones de guante blanco. Aparte de esta disquisición que dejo caer dada mi frustración actual por el clima de estupidez moral y social que me rodea, recomendarles esta excelente novela para aislarnos de la Navidad que se nos viene encima con un par de meses de antelación. Y como toda buena novela, sea o no policíaca, destacar, algún que otro pensamiento: "...el agua, la cobardía y el deseo, buscan siempre el fondo más abisal" [pag. 13]; " No es necesario haber perdido la fe para convertirse a otro credo" [pag. 117]; "No existe afrodisiaco más fuerte para un hombre que una mujer que no está enamorada" [pag. 356]; "...lo importante es la ilusión. La mentira debe parecer tan veraz que la verdad se presente como poco probable" [pag. 432]. Pues eso, que disfruten ustedes de esta realidad nuestra tan veraz como poco probable.