domingo, 22 de noviembre de 2009

JO NESBO


Un fin de semana típico por atípico. Pasar de la esperanza a un estado parecido a la desolación en un instante. Estados de ánimo que no ayudan a sobrevivir. El viernes acudí a cine con dos amigos para ver una película que apenas me interesaba por el simple hecho de pasar un par de horas en su compañía, sabiendo que no volveré a verlos hasta el próximo fin de semana. El sábado una lectura poética en la librería 80 Mundos en la que a falta de amigos de toda la vida acudieron algunos de mis conocidos imprescindibles y dos o tres nueva amistades que espero consolidar. La amistad es una sustancia frágil, como la poesía. Y anoche, después de las despedidas me quede leyendo hasta las cuatro de a mañana para acabar "Némesis" la segunda novela de Jo Nesbo (Oslo, 1960) publicada en castellano por RBA. Ya había leído el año pasado "Petirrojo" y tenía ganas de volver a encontrarme con Harry Hole, el protagonista de ambas novelas. Ni pizca de decepción, al contrario. La trama atrapa desde el primer instante y no te suelta hasta a última página. Además incluye magníficos personajes secundarios y altas dosis de sentido común. La debilidad es humana. Quizás sea el único rasgo que nos humaniza. Si no fuésemos capaces de demostrar debilidad terminariamos perteneciendo a la categoría de los que siempre creen que tienen razón e intentan imponer sus ideas por a fuerza. Las novelas de Nesbo nos salvan del fascismo cotidiano y de un mal fin de semana; un fin de semana donde las esperanzas no están a la altura de nuestras decepiones.

domingo, 15 de noviembre de 2009

RICARDO MENÉNDEZ SALMÓN


Reconozco que Ricardo Menéndez Salmón [Gijón, 1971] me recuerda físicamente a un buen amigo, pero eso no es determinante a la hora de los afectos literarios. Lo primero que leí suyo fue un cuento. Uno de esos cuentos con los que ganó un premio. Luego leí "La ofensa"[2007]. La obra me gustó sin terminar de convencerme. Uno siempre es crítico, a veces, en exceso con los artistas a los que admira; tanto como con uno mismo. Este pequeño vicio me bloquea a la hora de escribir. Es como si supiera que pudiendo escribir un poema mejor o un cuento más perfecto fuese incapaz de ponerme a ello. Resultado: la postergación perpetua, sobre la que Benedetti afirmaba que era un crimen en sí misma. Soy el verdugo de mi propio talento. Los cuentos que componían el volumen "Gritar" me reconciliaron con el autor. Especialmente uno de imagen brillantísima: "La vida en llamas"; título que se corresponde también con un poemario de Luis Alberto de Cuenca. La última obra de R. M. Salmón "El corrector" es un cubo de agua fresca sobre el rostro adormecido de una sociedad resignada y claudicante. Casi un curso de filosofía aplicada: "La vida privada de los objetos es así, terrible para los mortales. Nosotros cambiamos, ellos permanecen"; "La verdadera maldición de la vida no es el trabajo, ni el sinsentido de la existencia, ni siquiera el dolor y la enfermedad: la verdadera maldición de la vida es el tedio."; "Cuando Platón diseñó su República perfecta, abogó por la expulsión de los poetas. El poeta, decía el filósofo ateniense, genera desorden al trabajar con el lenguaje que es, por definición, ambiguo." "La buena literatura siempre se escribe después de la tormenta". Estoy de acuerdo con el autor, la buena literatura se escribe siempre después de la tormenta y siempre es un refugio, frágil y provisional, pero refugio, contra la tormenta.